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Columnas

Hannibal o el lado exquisito del terror

08-05-2013, 4:09:57 PM Por:
Hannibal o el lado exquisito del terror

Comentarios relacionados con los primeros capítulos de la serie, Hannibal

Casi siempre hay un sueño al inicio de cada capítulo, aunque a veces puede ser en medio. Un sueño cuyos detalles habrían encantado a Freud o, ya entrados en gastos, a David Lynch. Un sueño en el que, de haber una figura recurrente, ésta sería la de un venado. O más bien la de un alce. Da igual. Lo importante es que uno se siente incómodo cuando lo observa. Tal vez no tanto como Will Graham (Hugh Dancy), quien es el portador de estos sueños, pero en cualquier caso a uno le quedan pocas ganas de pasar por una experiencia orínica del tipo. Más allá: uno desea a toda costa el jamás tener una pesadilla parecida. Y si nos vamos aún más lejos: a nadie le gustaría contar con el «don» del policía Graham por más de que gracias a él sea posible atrapar a psicópatas y, por tanto, salvar vidas. Porque Graham es Graham, un hombre, pero también es el correr del tiempo: ahora estás vivo y ahora ya no. Ahora cenas pavo con tu familia y luego, a un golpe de péndulo, tu cabeza descansa sobre la salsera del gravy con un agujero en la frente. Un agujero tan grande que por allí podría escaparse todo: los deseos, las mentiras, las reflexiones… incluso los últimos recuerdos. Pero no con Graham allí. A Graham, o a la mente de Graham, no se le escapa nada. Por eso no duerme: le toca pensar por sí mismo pero también por todas las víctimas y vicitimarios con los que se cruza. Aunque, por desgracia, y aunque piense por ellos, a estos últimos no los ve. Los huele, los presiente, los intuye, pero no los ve. Y eso lo desgarra por dentro. Le duele. O más que dolerle, le molesta, le provoca ataques de rabia, de impotencia. Menos mal que tiene un amigo, tan sofisticado como lúcido, que se llama Hannibal Lecter. Con él sí que se siente, si no más tranquilo, sí más abierto. A él sí le relata sus pesadillas y entre ambos se ha establecido una suerte de duelo intelectual que le gusta, que lo estimula. Y mejor así, porque con cada caso nuevo aparece una nueva pesadilla. O la de siempre pero modificada. Más intensa, incluso más atrevida. Y más aterradora.

Hay que ver Hannibal y, a la vez, hay que soportarla, pues es probable que después de cada capítulo haya que beberse algún remedio contra los nervios. Vale la pena hacerlo porque quizá no pase de un par de temporadas  (su complejidad hace que Dexter y The following a rato parezcan tan simples como Belverly Hills 90210, con lo que su caducidad es de lácteo) y también porque, mirándola desde el punto de vista técnico (desde la interpretaciones hasta la fotografía), es difícil encontrarle algún fallo. 

Lo peor que puede pasar, si se lo piensa bien, es soñar que se es un alce al que todas las noches se le aparece Will Graham.

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autor Colaborador en web y revista Cine PREMIERE desde 2006. Me especializo en anime/manga, comics, doblaje, tecnología y videojuegos. Mis sagas favoritas: Doctor Who, Star Trek, Dragon Ball y Star Wars. Batimaníaco, geek ochentero y hardcore gamer.
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