Helena de Troya en Juárez

Primero la vi durante cinco minutos y decidí apagar la computadora.

Pero me quedaron cosquillas. En el pecho, creo. 

No importa la precisión de ese cosquilleo. Lo importante fue que algo me llevó a darle una nueva oportunidad. Creo que tuvo que ver con que lo que se desarrolla en el primer capítulo sucede de noche, y yo, cada vez que me imagino a Ciudad Juárez (nunca he estado, al menos no más allá de la infinidad de lecturas que le he destinado a la ciudad) siempre la veo de noche. Como si allí nunca fuera día o los días fueran cortos, casi inexistentes.

Pensé que tan pronto Diane Kruger se presentara en la pantalla (porque a Bichir, desde hace muchos años, y para no complicarme la vida, decidí concederle mi total voto de confianza) la cosa se iba a hundir irremediablemente. Pero no fue así. Vi a una Kruger diferente, segura interpretando el papel de una mujer insegura que de común olvida esa inseguridad. Alguien incapaz de comprender a la humanidad pero que, sin embargo, se preocupa por ella, incluso a sabiendas de que su incapacidad de relacionarse socialmente la convierten en un paria para aquellos a quienes defiende.

Y la verdad, me gustó. Me sentí bien de creerle por vez primera a esta actriz alemana a la que su belleza parece pesarle, al menos a veces, como un lastre de plomo. Se nota que se ha esmerado a conciencia en este trabajo. Lo suficiente como para que de su teutón de la Baja Sajonia no quede ni rastro – de hecho su inglés de chili con carne es más que convincente- y, sobre todo, para describir con un tino indiscutible el universo -en ocasiones paralelo- en el que habitan los padecientes del Síndrome de Asperger, cuya inteligencia, al menos en su caso, es tan grande como pobre su capacidad de empatía y compasión para con el otro.

Por esas razones vale la pena ver The Bridge. De momento, lo que menos me importa son las inevitables comparaciones que este remake tendrá con la serie original, cuya hechura, por cierto, es escandinva -allí el primer cuerpo, de hecho, aparece en la frontera entre Suecia y Dinamarca-, ni tampoco las críticas que lloverán por la manera en que se retratan las relaciones mexicano-estadounidenses o el afeamiento visual que denotan las supuestas calles juarenses. Por lo pronto lo que me interesa es que el suspense continúe de manera natural con su curso y que la Kruger lo siga haciendo tan bien que me permita olvidar, como hasta ahora, que alguna vez fue Helena de Troya. La hermosura, al menos la mitológica, no cabe en mi Juárez nocturna y lastimada, donde de tanta oscuridad a veces se hace luz.

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Julio Vélez Colaborador en web y revista Cine PREMIERE desde 2006. Me especializo en anime/manga, comics, doblaje, tecnología y videojuegos. Mis sagas favoritas: Doctor Who, Star Trek, Dragon Ball y Star Wars. Batimaníaco, geek ochentero y hardcore gamer.