Heredero del Diablo
Devil’s Due usa el formato de found footage sin justificar la presencia de la cámara, con una historia que cae en el cliché.
En Heredero del Diablo conocemos a Samantha y Zach, una pareja de recién casados que ha decidido pasar su luna de miel en Santo Domingo. Dejarían de ser turistas –y gringous, además– porque, la última noche, y luego de extraviarse en rumbos nada turísticos de la ciudad, ambos deciden aceptar la invitación de un acomedido taxista que promete llevarlos a una fiesta divertida.
La fiesta resulta de hecho muy memorable, sin embargo, y Sam y Zach se descubren al día siguiente con una cruda, esa sí, de terror… y sin recuerdo alguno de la noche anterior, o de cómo fue que regresaron al hotel. Cuando, pocas semanas después, Sam descubre que está embarazada, su cada vez más extraño comportamiento deja en claro que han vuelto de la vacación con algo más que un bonito video de bodas.
Si la anécdota recuerda aquella de El bebé de Rosemary, la más célebre de las varias incursiones de Roman Polanski en el cine de género es porque, en efecto, poco hace la película por distinguirse de aquél filme, en el que ya Mia Farrow se descubría embarazada del hijo de Satanás. Y sin embargo, ahí en donde Polanski encuentra una excusa para explorar la paranoia propia de la gran urbe, el horror del cuerpo y los temores de toda madre primeriza.
En Heredero del Diablo los directores se limitan a sugerir el embarazo embrujado de Sam, desplazando el punto de vista de la historia a Zach, el marido, quien eventualmente encuentra en la cinta de las vacaciones evidencia de aquella noche perdida… todo lo cual queda registrado en video, para conveniencia del espectador.
Y es que, producida como un found footage, Heredero del Diablo ni siquiera se toma la molestia de justificar la presencia de la cámara a lo largo de la historia: si bien la boda y la luna de miel explican el que Zach cargue con su cámara a todos lados, el uso de cámaras de seguridad, cámaras escondidas y hasta videos de peatones en la calle delata el formato como una mera excusa para producir con mínimos recursos y aún menos rigor, además de traicionar la idea de que lo grabado es, en efecto, pietaje editado a posteriori.
Una lástima, ya que Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett son también responsables del segmento final de VHS, antología de horrores found footage en donde se las arreglaban para conseguir más atmósfera e inquietud en una fracción del tiempo en pantalla.
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Antonio Camarillo Periodista y cineasta, es colaborador de Cine PREMIERE desde el año 2002, conductor de Horroris Causa en UAM Radio 94.1 FM y miembro del equipo de Mórbido: Festival Internacional de Cine Fantástico y de Terror. Actualmente imparte las materias de Narrativa, Guionismo y Géneros Cinematográficos en SAE Institute Mexico, así como talleres de guion para cortometraje.
