La posesión de Molly

Las películas de posesión se han vuelto el pan de cada día. Parece que cada mes alguien saca una nueva historia supuestamente original que asegura asustará a todo el mundo, pero nunca lo hace. Cada una resulta ser una versión marginalmente diferente de la pasada con divergencias mínimas y ambiguas. En un entorno cinematográfico tan estéril, es muy refrescante que exista algo como La posesión de Molly (Lovely Molly).

Dejando atrás un pasado triste, Molly (Gretchen Lodge) encuentra el amor con su nuevo esposo Tim (Johnny Lewis). Al mudarse a la casa donde Molly vivió su infancia, ésta comienza a ser afectada por las dolorosas memorias que quedan ahí.

Una advertencia: aunque ésta es una película que recomiendo ampliamente, no es la típica película de terror, así que si buscan algo como Con el Diablo adentro o El exorcismo de Emily Rose, esta cinta no es para ti, y es que La posesión de Molly se deshace de toda la pirotecnia satánica –afortunadamente– y crea algo diferente.

Aquí no encontrarán voces demoniacas, escenas de exorcismos o muebles voladores. Estamos hablando de una película que cambia demonios sobrenaturales, por horrores muy reales como la enfermedad mental o la adicción, y se acerca a ser más bien un estudio de un personaje atormentado. Todo esto lo logra el director/escritor Eduardo Sánchez (El proyecto de la Bruja de Blair) con un ojo sutil y con un público estrictamente adulto en mente. No apta para niños pequeños.

La película se aleja tanto de las convenciones del subgénero, que podemos decir que ni siquiera es una cinta de posesión. Y es que su doble narrativa nos hace dudar si Molly realmente está poseída o si su transformación se debe más bien a su ambiente y su pasado. Y aunque el clímax del filme resulta poco explosivo, de todas formas te pondrá la piel de gallina.

El problema más grande es que, al intentar una aproximación más seria y madura a un tema fuerte, Sánchez cambia el terror por el drama, y la historia se puede volver algo aburrida. El 1er acto en particular, cuando aún es difícil descifrar hacia dónde se dirige la historia, es muy pesado y lento. Sí, cuando la película arranca, vuela, pero es algo difícil llegar ahí sin quedarnos dormidos.

Sánchez también decide intercalar la narrativa tradicional con secciones de video casero al estilo found footage. Aunque estas escenas pueden tener un impacto muy fuerte al hacernos ver algunos horrores desde el punto de vista de Molly, muchas veces se sienten como relleno innecesario.

Una película como ésta no se podría lograr sin una actriz protagónica como Lodge, quien trae una intensidad raramente vista en el género. Todos los demás actores hacen su trabajo bien, pero Lodge se roba el show.

Así que si buscan algo brutal, honesto y diferente, vean La posesión de Molly, la cual podría convertirse en la mejor película de posesión demoniaca desde El exorcista.

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Staff Cine PREMIERE Este texto fue ideado, creado y desarrollado al mismo tiempo por un equipo de expertos trabajando en armonía. Todos juntos. Una letra cada uno.