Secreto de confesión

Este año llega a las salas de nuestro país el ambicioso largometraje Secreto de confesión, una coproducción de Venezuela-Colombia dirigida por Henry Rivero y estelarizada por Marlon Moreno (El Capo) en el papel de un sicario que llega a confesar sus crímenes con un sacerdote (el cubano Jorge Cao), revelándole al padre que él será su última víctima.

Esta premisa desata de inicio un conflicto bastante atractivo, que sirve como hilo conductor para diferentes subtramas que se desarrollan paralelamente. Entre ellas, destaca la historia de un policía –interpretado por Juan Pablo Raba (Los caballeros las prefieren brutas) – que, al investigar uno de los crímenes, descubre factores cada vez más intrincados, los cuales sirven como contrapeso con la trama principal. De igual manera entran al juego una periodista que cubre el caso, interpretada por la modelo venezolana Eglantina Zingg, así como un político aparentemente corrupto encarnado por Luigi Sciamanna (100 años de perdón) que dan color y profundidad a una historia dinámica y muy disfrutable.

Son muy interesantes los dilemas morales a los que se enfrentan los personajes a lo largo de Secreto de confesión, destacando la disyuntiva del sacerdote entre respetar el secreto de confesión o delatar al sicario con las autoridades para intentar salvar su vida, poniendo a prueba su propia fe. De igual manera, se establece qué tanto el personaje del policía busca justicia o venganza por el asesinato de su propio padre, así como esbozos de intriga política a través del personaje de la periodista, que toca temas de discriminación indígena y comercio petrolero.

A pesar de su libreto fresco y propositivo, que cuenta con una fuerte influencia de películas estadounidenses, particularmente la saga de Hannibal, thrillers de los 90s como Se7en y secuencias de acción que recuerdan a lo mejor de Steven Seagal, existen una serie de fallas que entorpecen el desarrollo de la historia. Son notorios algunos vicios de la televisión en el elenco, específicamente algunas actuaciones –en especial la de Eglantina Zingg– son tan teatrales que alejan al espectador del mundo planteado en el argumento. De igual manera, algunos valores de producción quedan cortos para lo que requiere lo ambicioso del libreto –no sorprendería que en algún momento fuera material de remake estadounidense.

Dejando de lado sus imperfecciones, Secreto de confesión es una película muy entretenida, fresca y propositiva, que busca alejarse un poco de los clichés del cine latinoamericano. Simplemente por la premisa que presenta, vale mucho la pena dar una oportunidad a esta perspectiva sudamericana del género policíaco, que cuenta con todo lo necesario para competir en un mercado internacional.

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Fran Hevia Fran Hevia es un comediante y escritor mexicano de cine y TV, con una vida como de película. Como de película de cine contemplativo, donde nunca pasa nada.