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Cine

Amor de mis amores

04-09-2014, 1:09:21 PM Por:
Amor de mis amores

Es un ejercicio destacado dentro de su género, ya que a pesar de ser una comedia apta hasta para el cinéfilo más light, no muestra un humor tonto ni digerido.

Cine PREMIERE: 3.5
Usuarios: 4
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La
comedia se ha coronado como el género más prolífico del cine mexicano en los
últimos años. Hemos tenido proyectos enormes –aquí es cuando llega la típica
mención a Nosotros los Nobles y No se aceptan devoluciones– que han probado que
nuestro país no sólo es bueno para el cine de narco y violencia. Aunque es una
cinta muy pequeña, Amor de mis amores llega a salas para reafirmar que las
risas siguen siendo lo nuestro.

La
cinta parecería una comedia romántica cualquiera: Lucía (Sandra Echeverría) y
Carlos (Juan Pablo Medina) son una pareja joven, enamorada, y están a una
semana de casarse. Ana (Marimar Vega) y León (Sebastián Zurita) también. Sin
embargo, cuando Carlos viaja a España a ver a su amigo Javier (Erick Elías), y
Lucía y León se conocen accidentalmente, ambas relaciones se verán envueltas en
una prueba de fuego que podría cambiar el rumbo de sus vidas.

Amor de
mis amores
nos presenta a distintos personajes muy fáciles de identificar –la
pareja perfecta, el ligador con exceso de autoestima, la novia psicópata, el
bohemio irresistible–, por lo que parecería que estamos ante una comedia
romántica cualquiera. Sin embargo, ahí es donde entra la magia de Manolo Caro (No sé si cortarme las venas o dejármelas largas):
toma personajes a los que todos ubicamos –con algunos hasta nos identificamos–
y los va llevando más allá de la zona de confort, provocándoles grandes
confrontaciones – tanto internas como interpersonales– que se traducen en
momentos dramáticamente explosivos que funcionan a la perfección ante una
cámara. Rayando en el melodrama y con una comedia que oscila entre lo ingenioso
y lo popular, Amor de mis amores nos transporta a la búsqueda del amor, al
mismo tiempo que explora temáticas de fidelidad, duda, duelo y madurez
personal.

La
composición visual es uno de los elementos más valiosos de la cinta, con planos
de fuerte inspiración teatral –pongan atención especial a los two shots– que
dan un aspecto refrescante y poco común en la comedia mexicana. Se nota un
trabajo hasta el último detalle estético, desde el vestuario y la escenografía,
hasta la manera en la que la fotografía convive con ambos aspectos.

No
estamos ante la gran producción mexicana, eso nos queda claro. Lo que sí
tenemos es un ejercicio destacado dentro de su género, ya que a pesar de ser
una comedia apta hasta para el cinéfilo más light, no muestra un humor tonto ni
digerido. Y eso siempre se agradece.  

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autor Cinéfila, melómana y amante de la moda. Ama a Gus Van Sant, Woody Allen, las comedias baratas y las chick flicks, y se queda dormida en casi todas las películas de acción. Su placer culposo son las telenovelas japonesas.
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