Milagro en Praga

Este 2014 parece haber sido el año de los protagonistas mexicanos que empacan la maleta para irse a Europa. Kristyan Ferrer tomó el avión con destino a Alemania en Guten tag, Ramón para interpretar a un joven migrante, y ahora Dolores Heredia junto con Aislinn Derebez viajan a la República Checa en Milagro en Praga, para resarcir un error familiar.

Pero todo lo que hizo bien la primera, la segunda lo queda a deber. Un puntual guión impide que esta coproducción entre México y el país centro europeo –la primera entre ambas naciones– se adentre en la psique de los personajes. De hecho, la historia es acartonada, anticlimática y hasta fallida al entretejer los enredos y coincidencias que conectan los rumbos de los protagonistas. Sin embargo, hay una posible razón. 

Existen 2 versiones de la película. La mexicana parte del viaje que Mercedes (Heredia), su esposo José (Josef Abrhám) e hija Penélope (Derbez) emprenden a Praga para devolver a un Niño Jesús que erradicaría una maldición. Ella quiere un milagro. Ahí conocen a un matrimonio local tras encontrar a un bebé abandonado en una iglesia. También se topan con Martin (Radúz Mácha), un joven “multitalentos” que canta, cuida perros y limpia edificios. Hay muchos personajes y su contexto es prácticamente nulo.

La versión checa, en cambio, se enfoca en José y su regreso, cual hijo pródigo, a un país del que salió a causa de desavenencias políticas con el gobierno comunista, y su reencuentro con un viejo amor. De acuerdo con la directora Lenka Kny, es un tratamiento más triste, pues la mexicana enfatiza –forzadamente– la historia de amor entre Penélope y Martin. Su armado contó con la asesoría de Lucía Carreras (Nos vemos, papá), Gustavo Moheno (Hasta el viento tiene miedo) y Eugenio Derbez (No se aceptan devoluciones).

Puede que en este detalle radique esa sensación de tener un guión fragmentado con personajes estáticos que por medio de encuentros fugaces e intrascendentes dejan una “huella profunda” en los otros. Son meros chispazos de historia. La culpa también recae en la edición tropicalizada y episódica que tenía como objetivo al público nacional. 

Filmada en Praga y Querétaro –la fotografía resalta por su armoniosa composición, cálida iluminación y bellas locaciones–, presenta diálogos en checo y español que afectan la naturalidad de las actuaciones, aún más en un ambiente familiar como el que propone Milagro en Praga. Si bien el elenco no hace un trabajo deplorable, nunca consigue cohesionarse ni retratar las diferencias culturales o los lazos de hermandad que pretende la feel good movie. El aterrizaje fue forzoso. 

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Mabel Salinas No soy la Madre de los Dragones, pero sí de @Enlabutaca; desde ahí y en Cine PREMIERE estoy en contacto con las buenas historias. Melómana, seriéfila, cinéfila, profesora universitaria, y amante de las bellas artes. Algún día escribiré una novela de ciencia ficción. ¡Unagui!