Cincuenta sombras de Grey

Cincuenta sombras de Grey (Fifty Shades of Grey) no niega su origen. El primer libro de E.L. James (después convertido en trilogía) nació como fanfiction de La saga Crepúsculo (The Twilight Saga). Y, por lo mismo, en Anastasia Steele (Dakota Johnson) hay mucho de Bella Swan y es imposible olvidarse de Edward Cullen al observar los primeros intentos de Christian Grey (Jamie Dornan) por alejarse de su “presa”. 

El par protagónico se conoce cuando Anastasia entrevista al magnate en su imponente oficina para publicar un artículo en el diario escolar. Desde ese momento Grey desarrolla un obsesivo interés en la universitaria, quiere convertirla en su “sumisa” y dominarla sexualmente, porque como advierte en uno de los muchos clichés que se escuchan en la cinta (y que vienen desde el material de origen), él no practica el romance. 

El resto de la trama oscila entre si Christian (quien muestra claros visos de acosador que el filme no explora) y la inocente Anastasia, recién iniciada en su sexualidad, comienzan una relación sadomasoquista limitada por numerosas reglas, con un contrato de por medio; pero eso sí… consensual.   

Si bien la película basó su estrategia publicitaria al venderse como un producto comercial candente y erótico, lo cierto es que el material no es tan transgresor como otras producciones que han llegado a cartelera de 2014 a la fecha. Les hablamos a ustedes, Ninfomanía (cualquiera de sus secuencias es más osada que Cincuenta sombras de Grey) y La vida de Adele. Incluso la mexicana Cuatro Lunas, que debuta a la par que la película de la directora Sam Taylor-Johnson en la cartelera nacional, presenta desnudos masculinos integrales, lo que Dornan se negó a hacer desde que aceptó el rol. 

Así que ese “comportamiento inusual” que le valió a la película una clasificación R en Estados Unidos –C en México– existe, pero no es exacerbado si se le compara con otros títulos polémicos. No obstante, puede que las escenas de violencia física, que no es doméstica, o los constantes desnudos de Dakota Johnson (hija de Melanie Griffith y nieta de Tippi Hedren) sea la medida justa que muchos desean ver en pantalla. El contenido es mesurado, en buena medida por el manejo de la cámara y la edición. Antes de que las escenas sean muy reveladoras (en el caso de Dornan) hay un corte o un movimiento que invitan a prestar atención a lo que sigue. 

Aclarado el punto y dejando a un lado el morbo para darle paso al tema de la ejecución, los protagonistas quedan a deber en el crucial renglón de la química. Nunca se siente que Christian y Anastasia verdaderamente necesiten estar juntos o que sus encuentros sean eléctricos. Ni Dornan ni Johnson hacen que sus misteriosos personajes sean tridimensionales. Confunden ese misterio con parquedad. A ello abona que la historia es demasiado larga para lo que pretende, mientras que el uso de la cámara lenta en las escenas del cuarto de juegos es innecesaria. De esta forma, cuando llega el desenlace, éste es anticlimático y abrupto, tal como en el libro. 

Habrá que ver si las ya confirmadas secuelas pulen estos rubros. 

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Mabel Salinas No soy la Madre de los Dragones, pero sí de @Enlabutaca; desde ahí y en Cine PREMIERE estoy en contacto con las buenas historias. Melómana, seriéfila, cinéfila, profesora universitaria, y amante de las bellas artes. Algún día escribiré una novela de ciencia ficción. ¡Unagui!