Zonas húmedas
La cinta alemana Wetlands no es para todo público, pero los que aguanten el estilo poco higiénico de la protagonista, la podrían disfrutar.
Los reportes que salieron de Sundance 2014, donde esta cinta hizo su debut internacional, decían que la gente salía de las salas diciendo cosas como “¿qué acabamos de ver?” o “no sé si me gustó, pero fue interesante”.
Al igual que aquellos, no estoy seguro de qué vi, pero no fue una experiencia enteramente desagradable. Con la misma energía y actitud “a la mierda tus reglas” de Trainspotting, Zonas húmedas (cuyo título hace referencia a las áreas acuosas del cuerpo) sigue la historia de Helen, una chica cuyas primeras palabras para el público son “desde que tengo memoria, siempre he tenido hemorroides”. Ah, y eso lo dice con un dedo bien insertado en su trasero. De ahí en adelante, la película nos presenta a una joven cuyas ideas sobre la higiene personal son mejor descritas con la palabra “originales” y cuya máxima fantasía es recibir una pizza sobre la que varios repartidores se hayan masturbado.
Además, de adentrarnos en su mundo de exploración anal, de experimentación higiénica e ilusiones perversas, Helen nos cuenta su verdadera intención y misión en la vida: volver a unir a sus padres divorciados.
A primera vista y con apenas leer esa descripción, podría parecer que se trata de una cinta cuyo único propósito es romper con algunos tabús y ver qué tan lejos puede empujar el director la barra del buen gusto. Sin embargo, no se trata de provocar por provocar y una vez que dejamos de lado ese nivel de lectura, encontramos una historia entrañable y, sobre todo, a un personaje muy interesante en la protagonista adolescente. Es en esa interpretación de la joven actriz Carla Juri donde la cinta encuentra su punto más fuerte y es que son su carisma y aparente inocencia los que nos hacen comprarnos toda la parafernalia con que la está adornada la película.
Definitivamente no es un filme para cualquier persona y habría que entrar a la sala con un criterio amplio y preparados para todo. Pero no teman, una vez que se acostumbran, Helen tiene una buena historia qué contar, sólo escúchenla.
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