Caníbal – Crítica

Primera toma: observamos a distancia lo que parece ser una pareja junto a su coche; es de noche y están en una gasolinería. Se nota que no tienen prisa. Cuando finalmente arrancan, descubrimos que hemos estado observando la escena desde el interior de un vehículo que comienza a seguirlos. El que lo maneja es Carlos (Antonio de la Torre), el mejor sastre de Granada, un hombre que asesina mujeres para comérselas.

Carlos dista mucho del retrato típico del asesino serial, nada en él lo delata. Es casi un asceta, un hombre guapo, pulcro y metódico cuya vida transcurre entre la casa y el taller, ubicado en la acera de enfrente. No hay sangre ni partes de cuerpos humanos desperdigados por la vivienda. Todos los días el sastre saca de su congelador un envoltorio que contiene un filete magro y perfecto, el cual aliña para cenarlo con una copa de vino.

Un día su rutina se ve interrumpida por la llegada de Alexandra (Olimpia Melinte), una rumana exuberante quien lo intimida desde el primer instante y quien, misteriosamente, desaparece poco tiempo después. Llegará entonces Nina, hermana de Alexandra (la misma Melinte pero con pelo obscuro) para buscarla; y Carlos empezará a sentir por ella lo que no había sentido por ninguna otra mujer.

Aunque la película suena por demás interesante en papel, Manuel Martín Cuenca elige una atmósfera muy fría y un ritmo por demás pausado para mostrarnos la historia. Su uso, la mayor parte del tiempo, de tomas fijas con poco movimiento en la escena, la ausencia de música, los pocos diálogos (que seguramente fueron ideados para connotar aislamiento y sordidez) la hacen una pieza casi estática. Tampoco ayuda una dirección de escena que hizo a los personajes demasiado ecuánimes, restándole muchísima credibilidad a la trama porque no se puede entender la falta de reacción ante determinadas situaciones. La ausencia también de una explicación sobre las causas de la “condición” de Manuel, hace que la conexión entre el espectador y el personaje sea muy limitada.

Caníbal es un thriller cocinado a fuego lento, que seguramente disfrutarán aquellos amantes del tipo de cine que habla poco y deja mucho a la imaginación. 

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Claudia Llaca Ama el aroma a celuloide por las mañanas porque lo suyo, lo suyo, lo suyo es el cine. Dice que es el único que sigue haciéndole ofertas que no puede rechazar.