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Cine

Poltergeist: Juegos diabólicos

24-06-2015, 2:45:35 PM Por:
Poltergeist: Juegos diabólicos

Este remake es un fallido intento por igualar a la cinta original que queda muy por debajo.

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Resulta chocante abordar una crítica desde la comparación, pero lo cierto es que Poltergeist: Juegos diabólicos lo amerita. La historia de esa familia que, tras sufrir una serie de fenómenos extraños en la casa a la que recién se ha mudado, se descubren víctimas de un poltergeist —un ente chocarrero, que se ha llevado a la hija menor y la mantiene atrapada entre nuestro mundo y el más allá—, este remake adapta con relativa fidelidad los eventos más memorables de la original, producida por Steven Spielberg  y que habría de resultar en la síntesis perfecta de su cine en los 80… pero no su, eh, espíritu.

Así, y de la voz de la niña que se manifiesta a través del ruido blanco del televisor —aunque traída aquí a la era del iPhone y los drones, en la que todo se monitorea, y en la que la estática es sólo interferencia en la señal de Wi-Fi— al granguiñolesco final de la original, la actualización resulta sin embargo redundante, la tediosa reiteración de los más sobados lugares comunes de un género que, de Ouija a The Haunting in Connecticut, ha encontrado en el CGI sustituto no sólo a los efectos físicos de antaño sino a la autenticidad de los personajes, quizás lo más memorable de la original. Sam Rockwell y —en particular— Jared Harris son buenos actores, pero aquí resultan incapaces de hacer verosímil el sobrenatural embate a la unidad familiar.

Y es que es fácil olvidar que Poltergeist vino a resucitar, digamos, las historias de casas embrujadas en el cine —un sub-género popular, en el que aparecen filmes ya clásicos como House on Haunted Hill o, más para acá, El resplandor y The Amityville Horror—, aunque no sin antes reubicar los lugares comunes del Gótico al suburbio norteamericano, algo que ya había hecho Spielberg con Encuentros cercanos del tercer tipo y el cine de fantasía. Por supuesto, Spielberg no era el director de la película, la primera de una serie de taquillazos en los que sólo la hacía de productor ejecutivo y que, sin embargo, prestarían su toque particular a algunos de los más populares filmes de la década. De los juguetes de Star Wars a las referencias a la «Reaganomics», Poltergeist es en mucho un producto de su era —una época en la que la televisión en la recámara aún representaba una invasión a la privacidad, y en la que la estática en la pantalla daba forma a las más siniestras neurosis de la vida suburbana— un sub-texto que aquí se olvida, extraviado entre el ruido digital.

Ustedes dirán que estoy viendo la original a través de nostalgia glasses, de la añoranza que evoca esa época libre de cinismo y CGI y que, entre su trama incoherente y las contradicciones entre la sensibilidad de Spielberg y la de Tobe Hooper —director en forma de la cinta, y responsable de esa salvajada que es The Texas Chain Saw Massacre—, lejos estaba Poltergeist ’82 de ser una obra maestra. En realidad, los únicos lentes que llevaba eran los anteojos de un 3-D mal aprovechado, y por demás innecesario.

Si no se tratara del remake de un clásico indiscutible, la cinta quizás ameritaría las tres estrellitas que han merecido otras historias de fantasmas recientes. Pero lo cierto es que, como homenaje, hasta la parodia que le hiciera Family Guy se antoja no sólo más fiel, sino más respetuosa que éste. 

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autor Periodista y cineasta, es colaborador de Cine PREMIERE desde el año 2002, conductor de Horroris Causa en UAM Radio 94.1 FM y miembro del equipo de Mórbido: Festival Internacional de Cine Fantástico y de Terror. Actualmente imparte las materias de Narrativa, Guionismo y Géneros Cinematográficos en SAE Institute Mexico, así como talleres de guion para cortometraje.
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