Beasts of no Nation

Además de resucitar series de TV como Arrested Development y Gilmore Girls (pronto) y producir spinoffs tan poderosos como Better Call Saul, Netflix ha incursionado en el mundo de los documentales y largometrajes de alta calidad (si dudan, vean Keith Richards: Under the Influence). Lo que no termino de comprender es como un filme tan estupendo como Beasts of no Nation no llega a salas de cine. Bueno, sí lo comprendo… pero sería maravilloso que mucha más gente pudiera ver esta joya.

Y digo “ver” en lugar de “disfrutar” por una razón específica. No puedes disfrutar de Beasts, a menos que no exista ya un gramo de humanidad en tu ser. La historia trata sobre Agu (Abraham Attah), un niño de escasos 10 años cuyo pueblo en África Occidental (jamás se especifica qué región es a detalle) pierde a sus padres, hermanos y abuelos cuando un grupo de militares asesina a diestra y siniestra a los habitantes de la “zona neutral” donde vive. A partir de allí, el pequeño vivirá la pesadilla de guerra de una forma en la que sólo habíamos leído o escuchado superficialmente antes: desde fumar y aprender a usar un arma, hasta matar a su primera víctima a punta de machetazos. Eso sí: como cinéfilo sí la disfrutarás por los elementos que se conjugan a la perfección, a lo largo de 2 horas con 17 minutos.

El tobogán de corrupción del pequeño Agu es ficticio, pues proviene de la exitosa novela de Uzodinma Iweala, cuyo guión trabajó Cary Joji Fukunaga durante unos 7 años antes de obtener luz verde para iniciar esta producción que se realizó al Oriente de Ghana. Pero sin duda toca un tema lamentablemente universal y que se ha repetido una y otra vez en la historia de este bélico mundo: niños peleando guerras que ni siquiera los adultos comprenden. El título se comprende a la perfección hacia el tercer acto, y sucede de una forma cruel y descorazonadora. En serio: no vean esto deprimidos o a altas horas de la noche, si no quieren tener pesadillas.

La fotografía es impecable y muestra la grandeza de Fukunaga como cineasta y el “kilometraje” obtenido en la grandiosa primera temporada de True Detective. Lamentablemente –y no sé si en la novela sea igual– hacia el climax el filme pierde consistencia en su narrativa, razón única por la cual no le hemos otorgado la calificación perfecta. La actuación impecable de Idris Elba (¿él es el poderoso comandante en Pacific Rim y el tenaz Luther?) se complementa con la sorprendente entrega del joven Attah y el entrañable Emmanuel Nii Adom Quaye en el papel de Strika, el único amigo de Agu. La música de Dan Romer es perfecta en cada escena, y aplaudo que Fukunaga lo haya conseguido tras su trabajo en Una niña maravillosa, filme también ambientado en aquella región del mundo.

Retomando mi reflexión inicial sobre por qué no está esta película en cines (en EUA sí tuvo una exhibición limitada), los dejo con esto: aunque me encantaría haber vivido la experiencia desde una butaca por las virtudes que sólo pueden vivirse en una sala de cine, la película es gratis para suscriptores del sistema, además de los cientos de otras opciones que hay en su catálogo. No sé ustedes, pero además de cruzar los dedos porque esta película coseche merecidos premios la próxima temporada, se trata de una prueba más de la evolución en la forma de ver cine y TV.

Imperdible. Sí, al grado de asegurarles que es una obligación suscribirse para verla, si aún no lo han hecho.

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Julio Vélez Colaborador en web y revista Cine PREMIERE desde 2006. Me especializo en anime/manga, comics, doblaje, tecnología y videojuegos. Mis sagas favoritas: Doctor Who, Star Trek, Dragon Ball y Star Wars. Batimaníaco, geek ochentero y hardcore gamer.