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Cine

Dulces sueños, mamá

02-12-2015, 5:05:47 PM Por:
Dulces sueños, mamá

Un imperdible y cruel juego de sus sospechas.

Cine PREMIERE: 3.5
Usuarios: 4
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Lukas y Elias son gemelos. No deben tener ni 13 años cuando los conocemos, en medio del campo austriaco, jugando inocentemente al escondite el día que su madre vuelve a casa. Poco sabemos del por qué de su ausencia, pero su regreso, con el rostro completamente cubierto de vendas y un comportamiento atípico, pronto empieza a levantar sospechas entre los hermanos.

La madre, una atractiva conductora interpretada con efectivo misticismo por Susanne Wuest, fue sometida a una cirugía estética pero, además de su rostro oculto e inflamado, hay rasgos en su comportamiento que no sólo levantan preocupación en los gemelos sino también en el espectador, quien no duda en ponerse del lado de los chicos ante el ahora irascible y errático comportamiento de quien dice ser su madre aunque, a juzgar por las anomalías ya descritas, bien podría ser una completa extraña.

Así, de la mano de los gemelos (los maravillosos y jóvenes Lukas y Elias Schwarz), somos testigos del cruel juego que sus sospechas detonan en cuanto deciden unirse en contra de la mujer que debería protegerlos pero que ahora parece ser alguien ajena a sus vidas. ¿Pero de verdad podemos confiar en Lukas y Elias?

Con el sello de garantía del gran director autriaco Ulrich Seidl, quien produce, la película dirigida por Veronica Franz (reconocida periodista y esposa de Seidl) en conjunto con Severin Fiala nos remite a trabajos como la oscura Les yeux sans visage, aquella joya de 1960 dirigida por Georges Franju, o más directamente a la emblemática Juegos sádicos de Michael Haneke. 

A medida que el despiadado duelo de poderes y dudas escala entre la dudosa madre y los gemelos, la oportunidad de dar vuelta atrás en la violenta dinámica que lentamente deteriora su relación se diluye en un lento hervor que, lejos de llevarnos al hastío y la desesperación, nos involucra y mantiene en tensión constante hasta un tercer acto que bien podría ser obra de alguien como el sádico Takashi Miike. Y es justo en este efectivo y perturbador último tramo de Dulces sueños, mamá que, como una brusca vuelta en u, los directores deciden lanzar al espectador la revelación que finalmente los dejará dudando, no sólo de lo ocurrido en pantalla, sino de en quién decidieron depositar su confianza todo el tiempo y por qué.

Imperdible. 

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autor Periodista y comentarista de cine en El Fanzine, Nylon, Puentes, Cine Premiere y quien se deje. Mi papá me puso a ver Buenos Muchachos a los diez años y "as far as I can remember, I always wanted to be a gangster".
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