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Cine

Love

09-12-2015, 6:01:23 PM Por:
Love

La polémica cinta de Gaspar Noé demuestra el arrojo de su director, pero también sus carencias.

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Se puede calificar de cualquier cosa al director argentino avecindado en Francia, menos de ortodoxo y, mucho menos, conservador. El cine de Gaspar Noé, sin llegar a ser precisamente provocador, es bastante experimental, con todo lo que esto conlleva. Es decir: su trabajo fílmico es generalmente muy atractivo y hasta interesante, aunque la mayoría de las veces medianamente bien logrado.

Desafortunadamente, éste es uno de esos casos. Love –estrenada y no muy bien recibida en el pasado festival de Cannes– es una película de momentos, que curiosamente encuentra los mejores de ellos a la hora de construir las escenas de sexo explícito que tanto han llamado la atención y causado polémica. Sin embargo, pierde potencia a la hora de hilvanar el drama y termina por diluirse cuando los actores se pierden en los gritos –literalmente– a la hora de buscar la intensidad y el choque emocional que plantea la historia. Como suele suceder, son las escenas de introspección del protagonista, impregnadas de una incertidumbre e incomodidad crónica, las que mayor material aportan para sostener el discurso. Este por cierto, pareciera no ir más allá de la búsqueda de sobrevivir a una malograda relación, a través del enfrentamiento con el pasado y la reconstrucción de aquel mundo supuestamente idílico (cuando la vean sabrán a que nos referimos) como una forma de resignación. 

El protagonista es Murphy (Karl Glusman), un exestudiante de cine. La trama parte después de su rompimiento con la bella Electra (Aomi Muyock), de quien por cierto ya no sabe nada. A partir de ahí, él hace conciencia de su actual estado como padre involuntario y reconstruye el camino que tuvieron juntos, explorando lo incidental de sus deseos, incluidos el uso de la droga y, sobre todo, el sexo. Es precisamente en las escenas relacionadas con este último tema en las que –a pesar de que se regodea demasiado en ellas y tiene un sustento francamente débil– encuentra uno de los pocos aciertos que debemos reconocer, más allá del simple hecho de su afán experimental y propositivo. Y es que quien también fuera responsable de películas como Irreversible y Enter the void entiende y logra proyectar con claridad esa visión europea con respecto al sexo, que siempre tiene un aire de misterio e inquietud.

Noé tampoco renuncia a una buena carga de morbo y erotismo, con composiciones muy plásticas y envolventes. Es una lástima que la mayoría de éstas aporten muy poco a la hora de delinear los rasgos de los personajes, y que acaben en los lugares comunes (como aquella en donde la pareja visita un lugar enfocado en dar rienda suelta a las diversas prácticas sexuales en pareja, en trio, en grupo y demás), alargando innecesariamente una película que incluso en ese momento ya había agotado casi todo lo que podía aportar.

Mención aparte merece la música, que logra redondear las atmósferas que deambulan entre una especie de sopor disimulado. Por otro lado, contrario a la falta de carisma de Karl Glusman –quien lleva el papel principal–, las que lucen muy bien son las contrapartes femeninas. Aomi Muyock juega a ser la clásica belleza impredecible, aunque nunca termina por explotar en ese sentido. Mientras tanto, Klara Kristin conjuga una irresistible sensualidad mundana. Sin embargo, esto es sólo un detalle extra que, al igual que los aciertos arriba mencionados, resultan insuficientes para salvar esta obra: pese a ser interesante, es inconsistente y queda tanto como una muestra más del arrojo de su director, como también de sus carencias. Ah sí, por poco lo olvidábamos: Love se exhibe en 3D, un recurso totalmente desaprovechado.

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autor Critico de cine y cómics. Critico en Cine con Kristoff de Telehit. Fue editor de Stageone México. Colaboró con Playboy, Chilango y la edición mexicana de Archie. Hoy escribe para La Razón y Mórbido Magazine. Conduce el programa de radio y Tv, Rocket.
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