Una sonrisa a la vida

Julián es un hombre que padece de cáncer y recibe la visita de su mejor amigo Tomás, quien lo acompañará a lo largo de los siguientes cuatro días para encontrarle un nuevo hogar a su querido perro Truman, luego de que tomara la decisión de no continuar con su tratamiento para no alargar la agonía.

Una sonrisa a la vida (Truman, su otro título en español) no juega con el sentimentalismo típico de este tipo de cine. Me refiero a aquellas cintas donde vemos al protagonista enfrentando a la muerte de una manera súper positiva… al estilo de Antes de partir (The Bucket List) en donde Morgan Freeman y Jack Nicholson saltaban de paracaídas, manejaban un coche en el desierto, etcétera. Aquí, el director Cesc Gay logra llevar una historia fluida, sencilla y, sobre todo, humana. Al tener de cerca la muerte, Julián no ve de menos a sus compañeros, no es cínico o pesimista, simplemente lleva su vida como la ha estado llevando, sólo que va cerrando ciclos. 

Esto no quiere decir que la película tampoco esté coqueteando con el dramatismo de Biutiful y un viacrucis hacia el final del protagonista, en Una sonrisa a la vida tenemos una mirada honesta a través de un factor que pocas veces se retrata en estas historias: nuestras mascotas. «Yo tengo dos hijos, uno de ellos es Truman», le dice a Tomás nuestro protagonista y la realidad es que para muchas personas, el dejar a su mascota indefensa es una de sus mayores preocupaciones; la película usa este pretexto a la perfección y lo logra cerrar de la mejor manera.

Sin duda quien se lleva con creces toda la película es el argentino Ricardo Darín, donde sigue demostrando que es uno de los mejores actores hispanoamericanos de su generación, quien puede lograr tanto con el decir de sus ojos o la tonalidad de su voz. Darín, junto con el español Javier Cámara logran una química brutal, quizá no del nivel de la dupla de El secreto de sus ojos Darín-Francella, pero aquí estamos ante algo más personal, más íntimo, con temas que dejan de ser tabú y se hablan abiertamente, y en especial la decisión y dignidad de la persona. 

En su segundo acto, Cesc nos entrega un tipo de las relación padre/hijo pocas veces explorada en este tipo de historias. Tenemos a dos hombres cerrados en sus sentimientos, discretos, que poco se dicen, pero que necesitan expresar de alguna forma su amor mutuo, con silencios en conjunto, que sólo una dirección actoral adecuada lo consigue.

Existen dos escenas muy similares en un restaurante que hacen toda la diferencia en la historia, sin ser mucho spoiler, en una de ellas Julián es la víctima y en la otra el victimario. Aprendemos que su personaje es humano, con defectos y virtudes… simplemente alguien que busca cerrar los ciclos.

Hacia su final, existe algo con el personaje de Tomás que, en papel probablemente era natural -tal cual se lo dice Julián-, pero ya ejecutado se siente precipitado, rompiendo un poco el esquema que veníamos viendo a lo largo de la proyección. 

Ganadora de los Goya 2015 a Mejor película, dirección, guión y actores (Darín principal, Cámara secundario), Una sonrisa a la vida es una cinta que, sin pretensiones, resulta un viaje de cuatro días que toca fibras sensibles sin caer en los sentimentalismos, donde lo más importante es aprender a llevar la vida que queda con el tiempo que tenemos. 

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Sergio López Aguirre Stanley Kubrick alguna vez dijo "Para tener una visión más amplia, no sólo vean cine bueno, también el malo" obvio le hice caso en lo segundo y es muy divertido.