Adrián García Bogliano
Se podría decir que el trabajo de Adrián García Bogliano, cineasta nacido en España pero criado en la Argentina es ya, con sólo tres ediciones en su haber, una de las tradiciones fundamentales de MÓRBIDO. Tras presentarse en 2008 con dos de sus primeros trabajos, Habitaciones para turistas (2004) y la extraordinaria 36 pasos (2006), […]
Se podría decir que el trabajo de Adrián García Bogliano, cineasta nacido en España pero criado en la Argentina es ya, con sólo tres ediciones en su haber, una de las tradiciones fundamentales de MÓRBIDO. Tras presentarse en 2008 con dos de sus primeros trabajos, Habitaciones para turistas (2004) y la extraordinaria 36 pasos (2006), Adrián habría de regresar el año pasado con Masacre esta noche (2009), co-producción con MÓRBIDO que tan sólo habría de refrendar el innegable talento de este joven cineasta aficionado de Argento, Richard Stanley y el cine de nuestro Carlos Enrique Taboada.
Estrenada a nivel mundial la noche de ayer en el marco del festival, Sudor frío (2010) narra la historia de un joven desesperado y su incondicional mejor amiga, quienes en un intento por encontrar a la novia desaparecida de él, habrán de descubrir los terribles secretos que se ocultan tras la fachada de una antigua residencia de La Plata, Argentina, y sus viejos ocupantes —una pareja de asesinos decrépitos, armados con veinticinco cajas de explosivos desaparecidas desde los tiempos de la última dictadura militar.
Un thriller salpicado de sucintas pero contundentes dosis de gore, la nueva película de Adrián resulta un excelente ejercicio en suspense cuyo sentido de la urgencia proviene no de subterfugios como los efectos especiales o una edición vertiginosa —taras que se han convertido en los recursos más socorridos del género desde hace ya varios años— sino, muy al contrario, de la exasperante lentitud con que los protagonistas deben llevar a cabo su escape, rodeados de cajas de dinamita y cubiertos de la cabeza a los pies con nitroglicerina altamente explosiva. Si a todo esto le agregamos la preocupación del filme por aludir a heridas históricas que no acaban de cerrar, cabe la certeza de encontrarnos ante un cineasta consciente no sólo de la forma, sino también del fondo del oficio.
Con siete largometrajes a cuestas y uno más —Penumbra, a estrenarse en MÓRBIDO el próximo año— en proceso de post-producción, la impecable factura que distingue ya a la obra de Bogliano no se debe, por supuesto, a la casualidad sino al trabajo, y ha resultado un enorme orgullo y una inspiración el ser testigos, año tras año, de la evolución de un cineasta que tiene todo para convertirse en uno de los grandes representantes del género en Hispanoamérica —una evolución que va de la mano con el crecimiento y consolidación de este festival como ventana y punto de referencia del cine que se hace en la región.
Estén pendientes del video de la entrevista que tuvimos con Adrián, pronto en este mismo espacio…
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