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Cine

Amigos de armas

31-08-2016, 4:29:30 PM Por:
Amigos de armas

En War Dogs, Miles Teller y Jonah Hill sostienen una trama que cumple con el entretenimiento, pero no con el impacto prometido.

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Puede que La gran apuesta, del director Adam McKay, haya sentado un precedente en lo que se refiere a directores cuya carrera se ha concentrado principalmente en la comedia hilarante y ligera, pero que deciden usar un poco de su estilo para abordar temáticas bastante más serias y con tintes de denuncia. Los tejemanejes de la crisis de 2009 adquirieron proporciones épicas de la mano irreverente de Mckay –ayudado por su elenco estelar– y el resultado fue hilarante, incendiario y contestatario, dándole un vuelco a su carrera.

Ahora, es Todd Phillips –director de la serie de películas ¿Qué pasó ayer?– quien se aventura en la que es sin lugar a dudas su película más dramática y adulta, que también sirve de parteaguas en su carrera, aunque de una forma mucho más moderada y tibia. Esto es algo que, desafortunadamente, no se logra adivinar, por ejemplo, en su tráiler, que pinta a la cinta prácticamente como si fuera un ¿Qué pasó ayer? pero en Irak y de proporciones geopolíticas, en la que dos alocados insensatos terminan conduciendo por el Triangulo de la Muerte. Sin embargo, este adelanto no le hace justicia a Amigos de armas: sorprende la cantidad de drama –y hasta sociopatía– que hay en la trama, escrita también por Phillips y basada en un reportaje que leyó en Rolling Stone sobre el caso real de dos veinteañeros que le jugaron chueco al Pentágono y se hicieron millonarios.

Miles Teller y Jonah Hill interpretan con fuerza a estos dos amigos, traficantes de armas, que a primera vista tienen esta relación de cuates y “bros” tan característica de las comedias de Phillips: dos jóvenes cuyo pensamiento de niños los conduce al caos. Sin embargo, en esta ocasión, el caos va mucho más allá de una despedida de solteros que se descontrola: incluye no sólo drogas sino armas AK-47, una persecución desértica de guerrilleros en plena guerra de Irak, tratos con terroristas y hasta secuestros express nada cómicos. Después de verlo en roles que resaltan su –se dice– natural arrogancia, Miles Teller es convincente como David Packouz, un desorientado masajista en Miami que es bastante vulnerable a la influencia y carisma de su viejo amigo de la secundaria Efraim Diveroli (Hill), quien lo arrastra al seductor mundo de los llamados war dogs (pequeños y oportunistas traficantes de armas que sacan ventaja de la guerra al hacer tratos, digamos, cuestionables, que el Pentágono no puede hacer directamente). El verdadero David, incluso, hace un cameo.

Se ha dicho anteriormente que Jonah Hill rechazó el papel en un principio por recordarle demasiado al que hizo en El lobo de Wall Street. Su temor se ve en parte confirmado, pues es imposible no pensar en Donnie constantemente al ver aquí a un Efraim con la misma actitud de spring breaker convenenciero, de exabruptos erráticos, algo malévolos y manipuladores. Ambos, incluso, comparten el mismo arco: frívolos oportunistas que se hacen millonarios de forma increíblemente fácil e increíblemente cuestionable. Aun así, y aunque se trate de algo que ya le hemos visto hacer, Jonah Hill demuestra una vez más que es capaz de canalizar un personaje ambivalente, que navega entre la comicidad y la completa psicosis.

Y aun así, hay algo en Amigos de armas que se siente corto, como si no hubiera dado en el blanco del todo y que hace que «este paso a la adultez» de Phillips se quede tibio. El director abre con la clara intención de hacer una crítica a la Adam McKay de todos los intereses económicos de la guerra (que hace ricos a quienes saben sacarle provecho), pero, sobre todo, de la guerra de Irak. Nos promete una historia shockeante, que expondrá, a través de un caso real, las formas turbias gubernamentales y bélicas que permitían la existencia de los war dogs. Sin embargo, carece de lo más importante para lograrlo: el factor novedoso e impactante. ¿Hay alguien a quien le siga sorprendiendo saber que la guerra es un gran negocio? ¿O que el Pentágono contrate a terceros para hacer tratos turbios con individuos cuestionables?

A pesar de su relevancia temática (tan sólo por el problema de armas que está viviendo EE.UU. ahorita), la película no logra decir nada mínimamente impactante, ni contestatario ni de denuncia en este frente, lo cual provoca que todo el peso se vaya hacia el otro lado: al drama en la dinámica entre sus dos protagonistas, el cual sale a flote por las actuaciones. De esta forma, la cinta pierde la oportunidad de ser mordaz y relevante: se convierte en un vehículo de entretenimiento un tanto común, sin la agudeza o complejidad que presentimos al inicio. Aunque es disfrutable, te hace añorar otro tipo de película (sobre todo porque es evidente en el tratamiento de sus personajes y de las situaciones que experimentan que tenía la intención de ser esa otra cinta que añoras). Se presiente el shock que el director experimentó al leer esta historia pero no es capaz de transmitirnos lo mismo. Aun así, sirve de escaparate para el talento de Teller y Hill, y como una nueva carta de presentación de Phillips, aunque aún tenga algo de camino por recorrer.

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autor Periodista, editora en Cine PREMIERE y bailarina frustrada en sus ratos libres. Gustosa del cine, la literatura, el tango, los datos inútiles y de la oportunidad de desvelarse haciendo lo que sea.
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