Desiertos noruegos
No hay cinta más mala, más triste y más patética que la realidad, ni actores más deleznables que los de carne y hueso. No hay drama peor que la vida misma, ni guión más trágico. Ni hay un sinsentido equiparable al inscrito en el guión del destino humano. No hay pantalla más absurda que la […]
No hay cinta más mala, más triste y más patética que la realidad, ni actores más deleznables que los de carne y hueso. No hay drama peor que la vida misma, ni guión más trágico. Ni hay un sinsentido equiparable al inscrito en el guión del destino humano.
No hay pantalla más absurda que la que no existe.
No hay persona más peligrosa y presa de la obcecación que la que se monta su propia película de odio.
Que a su muestra de total estulticia, entonces, el amor y la tolerancia sirvan como antídoto. Y que a él se le niegue, y para siempre, ese cielo que hoy imagino pleno de ángeles sonrientes y donde todos poseen los mismos ojos que mi adorada Liv Ullmann.
Ojos que miran en silencio. Con apariencia de no saberlo nada pero en realidad sabiéndolo todo, incluyendo la fórmula para el perdón.
Aquí y para ellos, que ya no son:
Mañana de nuevo, y contra todo pronóstico, los desiertos noruegos reverdecerán otra vez.
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