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Columnas

Dí­a 6

11-02-2009, 3:43:11 PM Por:
Dí­a 6

Contra lo que esperaba, la noche de celebración brindada por la embajada mexicana el día de ayer por la noche por fortuna no ha mermado mi salud, al menos en lo que se refiere al tema de la gripa. Serán acaso los tequilas reposados enviados en aviones y que ahora reposan en mi organismo. Aunque, […]

Contra lo que esperaba, la noche de celebración brindada por la embajada mexicana el día de ayer por la noche por fortuna no ha mermado mi salud, al menos en lo que se refiere al tema de la gripa. Serán acaso los tequilas reposados enviados en aviones y que ahora reposan en mi organismo. Aunque, ahora que estoy tan cinematográfico, me da por imaginar cargamentos de tequila llegando en barcos semioxidados al puerto de Hamburgo. Veo botellas, muchas botellas metidas en contenedores rodeados por ratas de largos bigotes y colas ensortijadas por el calor o por el frío. Pero eso no se lo digo a nadie. No en la embajada, donde al final hasta los más seriecitos pierden algo de estilo, lo cual, valga decirlo, me parece de lo más sano. Allí he me encuentro con el director Julián Hernández y algunos otros productores que conozco de vista, y también con esa pequeña comunidad artística conformada por escultores, pintores y escritores mexicanos que decidieron autoexiliarse en Berlín.

Todo parece un sueño, un sueño lleno de trajeados, mariachis conformados por músicos checos y bolivianos, y charolas que contienen taquitos rellenos de un chilorio que sabe a lata.

Pero no lo es. Abro los ojos y mi cabeza punza como un corazón abierto. De repente recuerdo porqué nunca tomaba tequila en México.

Cheri

Michelle Pfeiffer. La miro y me parece idéntica a aquella primera vez que la vi congelando la pasión de Tony Montana en Scarface. Es realmente absurdo, pero no gratuito, el que una de las primeras preguntas que se le hacen en la conferencia de prensa de Cheri, filme de Stephen Frears que protagoniza, haya sido sobre los cuidados que guarda para mantenerse tan joven. Ella, con ironía, pero también con orgullo, da una respuesta que parece dejar satisfecha a la concurrencia. Su personalidad es tan hipnótica que apenas alguien repara en la presencia de Rupert Friend, hombre de apariencia vampírica indiscutible. También podría ser un buen Poe. Un Poe joven, pienso, y luego volteo a ver a Stephen Frears, cuyo natural cinismo se acrecenta a partir del increíble parecido que guarda con Rodney Dangerfield. "Puede ser, sólo que aquí yo no vi en ningún momento a John Malkovich", responde Frears con una mueca luego de que una periodista finlandesa le hace ver las semejanzas que a su juicio creyó encontrar entre Cheri y aquel otro filme clásico suyo, Relaciones Peligrosas. Sea válida o no tal comparación, lo cierto es que Cheri será la delicia de todos aquellos que gustan de las cintas de época. Yo por lo general las destesto -exceptuando La Edad de la Inocencia, de Scorsese, con Pfeiffer, por supuesto-, pero entiendo la pasión que generan en algunos. Para ellos, aquí estractos de la cinta y el paso de Michelle Pfeiffer por la alfombra roja berlinesa:

China Fallida

Que no se me tome a mal. Amo el cine chino. O más bien, el cine de sello Hong Kong, el cual se cuece solo. Esa pequeña diferencia parecería mínima. No lo es: Ni siquiera la presencia de mi amada Zhang Ziyi puede cambiar mi opinión negativa para con Forever Enthralled, de Chen Kaige. Es una película tan china, pero tan china (gira alrededor de la vida de un cantante famoso de ópera -una ópera, valga la redundancia, también china, que por cierto en nada tiene que ver con la occidental-, y quien practicaba el travestismo con singular alegría), que me parece únicamente disfrutable, si acaso, para los mismos chinos. Vi una frontera, sentí una frontera y me rendí ante la frontera. Y eso, lo juro, casi nunca me pasa.

No es que la odie. Simplemente no la entendí.

Y solamente puedo pensar en eso durante mi regreso a casa. Al llegar, si puedo, me desconectaré.

 

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