El cliente (The Salesman)

Para algunos existe una duda en torno a la victoria de El cliente (The Salesman) como Mejor película extranjera en la 89 entrega de los premios de la Academia. ¿Fue acaso por una cuestión meramente política? Antes de la prohibición de Donald Trump –gente proveniente de siete países musulmanes, entre ellos Irán, no podían ingresar a suelo estadounidense a causa de un transitorio mandato presidencial–, la que se vislumbraba como posible ganadora era la alemana Toni Erdmann. Incluso esta película tendrá un remake estadounidense protagonizado por Jack Nicholson y Kristen Wiig. ¿Pero eso quiere decir que la cinta de Asghar Farhadi no merecía el Oscar?

Definitivamente no. Estamos ante un peliculón en el que se recuperan muchos de los intereses y temas recurrentes en la trayectoria de este cineasta. Farhadi, quien decidió no asistir a la ceremonia hollywoodense en señal de protesta, nuevamente retrata un microcosmos y a partir del desenvolvimiento de una relación de pareja conocemos la vida en Irán, un macrocosmos del que se nos ofrecen pinceladas. En esta ocasión es el turno del teatro y las aulas escolares. Estas relaciones son importantes para el cineasta, pues las ha abordado en numerosas ocasiones en su filmografía; lo hizo en El pasado (con Bérénice Bejo) y Una separación –por la cual también ganó el Oscar en 2012–, por mencionar un par de ejemplos. 

A diferencia de estas dos películas en donde se explora el detrimento de una relación a través del divorcio, en El cliente Farhadi vuelve a poner en aprietos a sus protagonistas y su vida juntos. Su estable dinámica se rompe después de que deben mudarse a un nuevo departamento en el que solía vivir una mujer con mala reputación. Este antecedente da pie a que una noche Rana (Taraneh Alidoosti) sea atacada por un desconocido. Cuando su marido Emad (Shahab Hosseini, quien ha colaborado con Farhadi en varias ocasiones) se percata de lo acontecido, comienza una cruzada personal de venganza a través de la cual podemos apreciar la importancia de la humillación pública dentro de los usos y costumbres iraníes. 

Dentro de esta sobresaliente puesta llama la atención la manera en que se narran los hechos y escala la tensión ente los dos protagonistas. La cinta camina sin prisas, nos permite registrar la paulatina degradación de la relación a la par que los personajes cada vez ofrecen actuaciones más intensas, de tal manera que cuando llegamos al clímax, el director y guionista nos ofrece giros de tuerca inteligentes, realistas e impactantes. Si a lo largo de toda la película habíamos saboreado un sólido desempeño histriónico, cuando llegan estas escenas alcanzan niveles magistrales. No es en balde que Shahab Hosseini fuera reconocido como Mejor actor en el Festival de Cannes en 2016 y Farhadi premiado en el renglón de guion en la misma costa azul. La buena suma de todas sus partes consigue que El cliente sea una de esas películas que es difícil desechar de la mente una vez que comienzan a rodar los créditos. Muy probablemente deje a más de uno cimbrado por la manera en que aborda temas como las consecuencias de los actos y la sed vengativa.  

Igualmente loable es el trabajo de Taraneh Alidoosti, quien a diferencia del patológico personaje que Isabelle Huppert interpreta en Elle –una mujer abusada que se comporta como si nada hubiera ocurrido–, Rana sí demuestra tener secuelas de estrés postraumático tras su ataque. Pero además, la importancia de su personaje no sólo radica en que a través de ella todos los conflictos de la cinta se ponen en movimiento; sino que es una prueba más del interés que Asghar Farhadi tiene en las mujeres. En sus película, ellas figuran preponderantemente y son piezas clave en su historia. Asimismo, suelen ser fuertes, toman decisiones o ponen ultimátums como para resarcir la imagen que se tiene de la mujer en los países musulmanes y específicamente en Irán.  

Así que aunque para algunos El cliente únicamente ganó el Oscar por culpa del componente político-social que enmarcó su nominación, en realidad es una gran historia, llena de capas, complejidades, personajes tridimensionales y humanos –con defectos y virtudes– que dan pie a una cinta extremadamente bien contada. Asghar Farhadi merecía la estatuilla independientemente de si iba a la ceremonia o no. De eso no queda duda.

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Mabel Salinas No soy la Madre de los Dragones, pero sí de @Enlabutaca; desde ahí y en Cine PREMIERE estoy en contacto con las buenas historias. Melómana, seriéfila, cinéfila, profesora universitaria, y amante de las bellas artes. Algún día escribiré una novela de ciencia ficción. ¡Unagui!