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Cine

El Jeremías

24-10-2016, 4:30:53 PM Por:
El Jeremías

Una película llena de encanto y risas, que se queda corta en su mensaje.

Cine PREMIERE: 3
Usuarios: 3.5
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La sociedad, particularmente la mexicana, suele resentir mucho a las personas que saben muchas cosas, que cuestionan o que simplemente tienen una visión crítica y escéptica del mundo que les rodea, afectando no sólo a jóvenes y adultos, sino también a niños que se ven sujetos a interactuar con un mundo que constantemente los rechaza, los calla y al sentirse amenazado, los humilla. 

Ésa parece ser la condena que cumple el pequeño Jeremías (Martín Castro), un pequeño de ocho años que vive en el norte del país y que padece un persistente bullying por parte de su familia y compañeros de escuela por una peculiaridad: su coeficiente intelectual de 160 que lo coloca en el estatus de “genio”. Esta es la premisa sobre la que parte la cinta El Jeremías, opera prima del cineasta Anwar Safa que nos presenta las dinámicas de una familia norteña desde una perspectiva segura, si acaso, algo estereotipada.

El tono de la cinta es eminentemente cómico y hasta cierto punto satírico en la presentación que hace de la radicalización de los polos de vida intelectual en el país: los “idiotas” escuchan banda, son escandalosos y se portan de manera animal, mientras que la élite es inflexible, pedante y escucha sólo música clásica. El desfile de estereotipos se atenúa gracias al desempeño de un sólido ensamble de actores en el que destacan Paulo Galindo como el padre de Jeremías, Onésimo, y particularmente el carisma del joven Martín Castro, que hace de la superioridad intelectual de Jeremías un atributo de candorosa ingenuidad más que un irritante chiste.

Safa se mueve en terreno seguro y su intención parece ser crear entretenimiento sólido de buena manufactura que pueda ser vendible en mercados internacionales y lo cierto es que El Jeremías no carece de encanto y risas, pero palidece si se le compara con otro trabajo al que inevitablemente remite: Matilda del escritor Roahl Dahl que fue llevada al cine en 1996 por el actor y comediante Danny De Vito.

En su tratamiento, tanto Matilda como El Jeremías critican a sociedades indiferentes y crueles en su trato a los niños y en la subestimación que se hace de sus capacidades, asombrosas independientemente de su coeficiente intelectual, así como la explotación de la inteligencia como espectáculo y no como una herramienta de mejora, pero en su resolución, a la cinta mexicana se le acaba el filo y termina siendo profundamente condescendiente, pero quizá la razón radica en que nuestra cultura es así. ¿Bueno o malo? No se puede decir con certeza, lo cierto es que El Jeremías cumple con su audiencia pero su mensaje final es terriblemente conservador. ¡Pobres shamacos!

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autor Cofundador y crítico en la página web Butaca Ancha. Escribe de cine en medios como Tierra Adentro, Animal Político, Forbes y Algarabía. Considera que cada película, independientemente de donde venga y quien la haga, tiene algo importante que decir.
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