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Cine

El sueño del Mara’akame – Crítica

10-07-2017, 10:48:22 AM Por:
El sueño del Mara’akame – Crítica

Obra honesta, sensata y digna que se mueve entre la ficción y el documental, protagonizada por actores no profesionales.

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A más de medio siglo de existencia, el CUEC (Centro Universitario de Estudios Cinematográficos) continúa distinguiéndose como una verdadera alternativa al margen de la industria y de sus reglas. Sus limitados presupuestos escolares encuentran un buen punto de fuga en las condiciones de libertad absoluta para filmar que la escuela de cine de la UNAM ofrece y que difícilmente volverán a repetirse fuera de ese centro escolar que estrena su XI Ópera Prima: El sueño del Mara’akame (2016) de Federico Cecchetti, ganadora del Primer/Segundo Largometraje de Ficción en la 14ª edición del Festival Internacional de Cine de Morelia.

Estamos ante un retrato sincero de una comunidad Huichol de la Cebolleta Jalisco, a medio camino entre el documental etnográfico y el cine no industrial de ficción universitario, con el que el cineasta debutante construye un entretenido, sensible y reflexivo relato, centrado en el viaje iniciático de un adolescente wixárika hijo de un chamán que llega a una Ciudad de México tan caótica como acogedora para seguir sus anhelos musicales. Un filme que además ha llamado la atención de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de nuestro país, nominándola a 12 Premios Ariel, entre ellos: Mejor película, director y ópera prima.

Autor de varios cortos como: El maléfico Dr. Machete, La verdadera pasión o Raíces, Cecchetti se graduó en el CUEC con el notable cortometraje Los trashumantes (2009) coproducido con el Centro Sperimentale di Cinematografía de Roma, ambientado en los años de la Revolución Mexicana y centrado en un pequeño grupo de cineastas errantes empeñados en filmar a Pancho Villa para adquirir fama y dinero y protagonizado entre otros por el finado y siempre eficaz Ramón Barragán y Mayahuel del Monte.

El encuentro entre Cecchetti y el mara’akame Antonio Haka Temai Parra, cantador y sanador de la citada comunidad Huichol de Jalisco fue el detonante de inspiración para El sueño del Mara’akame cuya producción la inició Felipe Coria y la concluyó María del Carmen de Lara, actual Directora del CUEC, cuya amplia experiencia como documentalista se refleja aquí. A ello se suma además, una bella y funcional fotografía de Iván Hernández y el acento onírico que imprime el realizador y guionista a éste espléndido filme que se sumerge en las aspiraciones de jóvenes huicholes sin horizonte en un país dedicado a coartar los sueños; un tema en el que parecen coincidir varios relatos nacionales contemporáneos muy opuestos entre sí como: Te prometo anarquía de Julio Cordón, Los muertos de Santiago Mohar Volkow, Güeros de Alonso Ruizpalacios o Los bañistas de Max Zunino.

“De inmediato quedé fascinado por su magnetismo y simpatía. Él (Parra) me invitó a formar parte de algunas ceremonias tradicionales wixárika y como consecuencia de este mágico encuentro quedé convencido de hacer la película sobre la cosmovisión de esta ancestral cultura, el resultado es una mirada muy personal de lo que aprendí de ella”, ha dicho Cecchetti.

Nieri (Luciano Bautista), es un joven indígena huichol, cuyo sueño es viajar con su banda musical a tocar en un concierto en la ciudad de México. Sin embargo, su padre, un mara’akame o chamán huichol muy conservador de su cultura y vestimenta, tiene otros planes para Nieri, a quien trata de introducirlo en la cosmovisión del pueblo y en las tradiciones ancestrales y lo alecciona para que localice al venado azul en sus sueños, para que en breve tenga la capacidad de aprender a sanar y a trastocarse a su vez en mara’akame. Luego de acudir a una ceremonia de sanación para curar a un pequeño y otra más con un grupo de hípsters citadinos, Nieri es atacado y robado por unos skaters cerca del Centro Histórico y cuando todo parece perdido, no sólo logrará encontrar a sus amigos de la banda para cantar con ellos, sino que además encontrará su visión.

El sueño del Mara’akame tiene algunos momentos fascinantes como el encuentro onírico con el venado en una estación del Metro de la Línea 8 y a su vez, algunos lugares comunes como ese enfrentamiento entre la tradición y la modernidad y la idea acerca del horror urbano y las bondades de la vida rural y el universo mágico y espiritual de las comunidades huicholes que la acercan a otros relatos como: ¿No oyes ladrar los perros? (1974) ficción del documentalista francés Francois Reichenbach. Pese a ello, se trata de una obra honesta, sensata y digna que se mueve entre la ficción y el documental, protagonizada por actores no profesionales que se interpretan a sí mismos con enorme entusiasmo.

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autor Escribe en Reforma desde 1996. Investigador de la Cineteca Nacional, Filmoteca de la UNAM e integrante del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Ha escrito más de 15 libros sobre cine mexicano, criminalidad y biografías de grandes figuras y el guion de Borrar de la memoria (Alfredo Gurrola, 2010).
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