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Cine

En el nombre de mi hija – Tour de Cine Francés

13-09-2016, 7:13:28 PM Por:
En el nombre de mi hija – Tour de Cine Francés

En el nombre de mi hija es una cinta dolorosa y cruda con excelentes actuaciones de Daniel Auteuil y Sebastian Koch.

Cine PREMIERE: 4
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Empecemos por decir que esta cinta se basa en un caso de la vida real, uno que, a partir de su sordidez y los intrincados caminos que lo conforman, supera a la ficción. Una vez más, ciertamente, porque los gustosos del cine sabemos muy bien que la filmografía fundamentada en historias verdaderas no sólo es vasta sino está repleta de relatos como En el nombre de mi hija, cuyo fin parece ser el mostrarnos que el ying-yang humano –aquel que se mueve entre los terrenos más oscuros del alma y los que la enaltecen– es un rico e inagotable productor de material cinematográfico.

A este hecho es necesario sumar el que se trata de una película francesa o, para ser más exactos, de una producción francogermana. Eso en pocas palabras significa que acá no hallaremos nada de esa pirotecnia sensiblera a la que nos tiene acostumbrados Hollywood. En cambio sí que encontraremos rastros claros de ese cine verité que los europeos en general, y los galos en particular, suelen cultivar en su celuloide. Y para tal efecto nadie mejor que Daniel Auteuil, actor maduro y de respetabilísima trayectoria cuyo aspecto, de tan “normal”, se amolda sin problemas a cualquier personaje clasemediero y de naturaleza un tanto anodina, es decir, prácticamente a las cuatro quintas partes de la población masculina del Viejo Continente. No por nada Michael Haneke tuvo el gran tino de elegirlo como protagonista de El observador oculto, uno de sus filmes más logrados y en donde Auteuil luce perfecto como “el vecino de al lado” cuya apacible existencia se ve afectada por circunstancias tan adversas como inesperadas.

Dentro de un universo similar podría colocarse a André Bamberski, empresario que pudo haberse dedicado sin problemas a juntar muchos euros y asegurarse un jugoso retiro si no hubiese sido por el fallecimiento de su hija adolescente. Tan terrible acontecimiento marca un punto de inflexión en la vida de Barmberski, quien a partir de entonces se impone como meta no solamente el descubrir la verdad de la muerte de su primogénita, acaecida en extrañas circunstancias, sino el asegurarse a toda costa de que el culpable reciba su merecido. Auteuil, fiel a sus probadas habilidades para hacer de la contención una bomba de tiempo –para corroborarlo baste con pasar revista a su genial Enrique de Navarra en La reina Margot– resulta más que convincente a la hora de transmutar del funcionario acomodado y gris al individuo consumado por el dolor, la obsesión y el deseo de venganza. Igual de eficaz es la presencia de Sebastian Koch, histrión germano que por lo general se presta para papeles salpicados, si no de nobleza y bondad, al menos de sentido común –La vida de los otros; Puente de espías; Desconocido– y que aquí resulta genial como un hombre que tras la fachada de médico generoso y seductor oculta a un terrible monstruo. Por fortuna, y aunque se pudo caer en la tentación, la película no se contenta con sólo asirse al esquema típico del thriller: más allá de la fórmula del gato que persigue al ratón se revela una mordaz y dura crítica al sistema judicial que impera en dos de los países más respetados en materia de derechos humanos, democracia y, claro está, la impartición de la justicia. Bamberski pasó más de tres décadas en la búsqueda de una legalidad sumida en los pantanos de la burocracia y los orgullos nacionalistas, lo que a la larga le acabó costando el trabajo, infames cantidades de dinero y por poco también su propia cordura. Quizás en aras de recalcar el desasosiego que impregna a cualquier espera, el director Vincent Garenq arma el conjunto a partir de una secuencia cronológica fragmentada, recurso que funciona si lo que quiere es que el espectador comprenda la desesperación que mina el ánimo de Bamberski y las maneras en las que intenta sobreponerse a ella.

“El tiempo lo destruye todo”, rezaba el epílogo de cierta película francesa que hace unos años causó una gran controversia. Aquí se demuestra que no siempre es así, que en ocasiones, y como producto de una fuerza vital inexplicable y disparada por causas igualmente misteriosas, es posible incluir un “casi” antes del “todo”.

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autor Carlos Jesús (aka Chuy) es escritor y periodista freelance. Desde 2006 radica en Berlín, desde donde colabora para distintos medios. Sus pasiones son su familia, la cerveza, escribir relatos y el cine de los setenta.
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