«Háblame de Mira Sorvino»

Juro que ayer vi al conocido crítico de cine español Carlos Boyero caminando por las Ramblas. Y si no era él entonces se trataba de su primo o de su gemelo perdido, aunque si lo pienso bien admito que he bebido mucho últimamente y que entonces tal visión pudo ser el resultado de un juego realizado por mi cabeza, juego que por cierto no me parece nada divertido y sí muy cruel y hasta terrorífico. Digo, si la cosa va a ser así, prefiero entonces que se me aparezca alguien parecido a ese Orson Welles gordo y del tamaño de un oso y de barbas largas, aunque le de por mentir y gritar a los cuatro vientos que nos invaden los marcianos, que un polémico crítico que reduce a polvo -por no decir mierda- el noventa por ciento de las películas que ve y al que sólo parecen hacerle feliz el recuerdo fosilizado de películas de antaño y algunas secuencias de Clint Eastwood.

Pero que no se me entienda mal: Aunque por lo general no esté de acuerdo con él, admiro a Boyero de una manera casi enfermiza. Me encanta esa ironía tan ibérica y malaleche tropezándose con sus ideas, y el que tenga las agallas de denunciar una supuesta crisis de temas en la cinematografía actual. Una crisis insalvable que yo me imagino como un ciervo herido con trece flechas y que escupe sangre por el hocico. Sí señores, el hombre sí que tiene cuyons, como diría los catalanes.

Y tantos tiene que pensándolo bien creo que si de verdad aquel al que vi en las Ramblas no era gemelo perdido ni primo de Boyero, ni tampoco un ente espejismo producto de esas resacas de vermouth relevado con cubatas de whisky que he padecido en los últimos tres días -y que no recomiendo en absoluto-, entonces sí que debí de habérmele acercado para decirle que, aunque a veces me pese algo decirlo, en el fondo comparto, y sobre todo entiendo su gusto por Clint Eastwood.

Y que yo también a veces he concluido que la vida es una película. Una que todos quisiéramos para nosotros dotadas de  finales raros pero felices.

Aquí, pues, don Boyero con Álex de la Iglesia en una curiosa anécdota sobre Tarantino:

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Carlos Jesús González Carlos Jesús (aka Chuy) es escritor y periodista freelance. Desde 2006 radica en Berlín, desde donde colabora para distintos medios. Sus pasiones son su familia, la cerveza, escribir relatos y el cine de los setenta.