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Cine

La enviada del mal

11-10-2016, 4:34:18 PM Por:
La enviada del mal

February es una efectista cinta de suspenso que intenta emular a grandes clásicos del género, pero se queda muy corta.

Cine PREMIERE: 2
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La enviada del mal representa el debut como director de Oz Perkins, quien es mejor conocido por su trabajo como actor en las cintas Legalmente rubia, Star Trek y La secretaria. La cinta cuenta la historia de Rose (Lucy Boynton) y Kat (Kiernan Shipka), dos chicas que se quedan solas todo un fin de semana en el internado donde estudian. Con el paso de las horas, Kat es poseída por un espíritu maligno y las dos experimentan eventos fuera de lo normal a su alrededor. De forma paralela, también tenemos la historia de Joan (Emma Roberts), quien se encuentra sola en un camino tras haber escapado de un hospital y debe emprender un viaje hacia la escuela de Rose y Kat. Durante la primera mitad de la película cuesta trabajo entender la relación que hay entre ambas historias, pero poco a poco este misterio se va esclareciendo.

La película tiene un guion con una historia muy básica y que, más que construir una trama sólida alrededor de sus personajes, es más bien un collage de fragmentos del cine de terror y suspenso. Este “batido de referencias” es palpable en el resultado final en pantalla.

La enviada del mal repite muchas de las fórmulas del género que hemos visto antes (y el tráiler nos adelanta esto en gran medida): cuchillos, sangre, vómito, contorsiones, personajes pálidos y ojerosos, parajes desolados, pasillos largos que parecen interminables, nieve y grandes edificios abandonados. Haciendo un ejercicio audiovisual y de memoria, estos últimos tres elementos son un tributo a El resplandor de Stanley Kubrick.

En general, las actuaciones de Emma Roberts (Joan) y Lucy Boynton (Rose) son verosímiles y ayudan a transmitir la angustia que viven sus personajes. Sin embargo, quien aquí habría que resaltar, es a Kiernan Shipka, quien sabe cómo manejar y encarnar a un personaje perturbado y lleno de líos mentales con maestría. Sus años como Sally Draper en Mad Men están ya dando frutos.

La fotografía de Julie Kirkwood es un elemento que suma mucho a la película. Su atinado uso de iluminación y encuadres –particularmente en aquellos parajes desolados y nevados que aprovecha–, transmiten soledad, oscuridad, tristeza y angustia de forma adecuada. Todos estos elementos se suman como algo positivo para la historia y se alinean al suspenso que el director buscaba plasmar.

El sonido cumple con las formas clásicas del género: puertas rechinando y la combinación de largos periodos de silencio mezclado con pequeños sonidos que hacen todo más tenso. Añadido a esto está la música como herramienta dramática, la cual –como ya hemos visto en otras obras del género– acompaña los momentos de tensión efectivamente. Aunque es claro que la musicalización de la película pretende llevarnos a un alto nivel de suspenso y tensión, la realidad es que resulta demasiado predecible como para lograrlo. Sin duda un cliché.

Contar con buenos momentos visuales y de sonido, además del uso riguroso de componentes del género (personajes poseídos, apuñalamientos, persecuciones, locaciones solitarias y sangre), no hacen que esta historia se acerque a otras películas emblemáticas del género, ya no se diga de grandes clásicos. En pocas palabras, está muy bien querer emular a Kubrick o El exorcista, pero usar un edificio antiguo deshabitado en medio de un paisaje nevado o ver a tu protagonista vomitar y hablar con voz ronca… no es suficiente.

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