Los ex – Crítica (21º Tour de Cine Francés)
Un relato coral de parejas fracturadas y solitarios esperanzados situado en la capital francesa. El actor y director Maurice Barthélèmy juega a Shakespeare, tropieza y cae varios escalones abajo con una comedia deslucida y llena de buenas intenciones.
El encanto francés en la seducción podrá servir para rescatar una relación en declive, pero no alcanza para salvar una comedia mal escrita. Si tal encanto se expresa a través de lugares comunes, tanto peor. A través de un relato coral, Los ex conecta la historia de un puñado de parejas y ex parejas en busca del amor, incluso si éste está en la novia del mejor amigo, el ex de una relación previa, en un sacerdote o frente a las propias narices. Pocos ambientes más propicios para semejante ensalada que una capital grande, urbana y atestada. Y es que, como ciudad, que hace tiempo que París renunció a ser emblema de los clichés almibarados y no obstante, sin que este crítico logre explicar por qué, la capital francesa sigue siendo un espacio recurrente para que cineastas de talento relativo o escasa ambición continúen consagrándola como espacio para la realización amorosa.
La quinta y más reciente cinta del también actor Maurice Barthélémy –aunque primera en exhibirse en pantallas mexicanas– nos presenta a sus varios personajes parisinos que atraviesan alguna crisis de pareja, sea porque escapan de una relación incómoda, porque están en camino de inscribirse en una nueva o sea porque, sencillamente, han dejado de intentarlo y se han acomodado a la soledad. A pesar de ello, varios de ellos se ganan la vida ayudando a sanar a otras parejas fracturadas: un cura, un juez mediador en divorcios, un terapeuta, la locutora de un programa del corazón.
Poco a poco, el destino de los solitarios se cruza y se revuelve a través de coincidencias insólitas: una mujer se descubre aún enamorada de su ex, quien resulta ser el cura de su próxima boda; un papanatas (interpretado sin demasiada gracia por el propio realizador) intenta ligar con una mujer más joven y escapar de una policía al mismo tiempo, hasta descubrir que una y otra fueron pareja en el pasado, etc. Quizás en el fondo está la inspiración y la tradición de la comedia shakesperiana, de Mucho ruido a pocas nueces a Noche de reyes o El sueño de una noche de verano, pero si era ahí hacia donde el guion de Barthélèmy estaba apuntando, el resultado apenas y recuerda a Sexo, pudor y lágrimas (1999) o algún episodio flojo de Friends con el triple de parejas involucradas.
Hay en Los ex, cuando menos, dos películas distintas. Una se toma el tiempo para desarrollar personajes y conflictos humanos con mesura y empatía, como los interpretados por Jean-Paul Rouve (Amor eterno, La vida en rosa) o Patrick Chesnais (El llanto de la mariposa). La otra es una caricatura que juega al chiste de pastelazo y los gags basados en estereotipos de toda índole: gay, raciales, nacionales –el personaje hispano no sólo es un despropósito, sino que su aporte a la trama es un misterio absoluto–; es, pues, difícil que dos temperamentos tan distantes y distintos coexistan en el mismo libreto si sus realizadores no tienen la pericia ni la malicia para fusionarlos con éxito. Víctima de su propio deseo por alcanzar a los públicos más distintos, dispara en los pies de su propia premisa: una comedia de enredos en donde la confusión supera a las risas.
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