Mío o de nadie

Hubo un tiempo en que Katherine Heigl pintaba para convertirse en la nueva “darling” de las comedias románticas. Tras su salida de Grey’s Anatomy obtuvo protagónicos en Bajo el mismo techo, Sólo por dinero o Mejor… ¡ni me caso!; sin embargo, el pobre desempeño en la taquilla y las malas críticas que recibieron los títulos prontamente sepultaron sus posibilidades de ser una nueva Reese Witherspoon o Julia Roberts. ¿Pero será que como villana tendrá mejor suerte para elegir papeles y dejará atrás su “maldición”? La respuesta yace en Mío o de nadie (Unforgettable).

A primera vista Tessa Connover parece la mujer perfecta. Su postura es impecable y no tiene ni un cabello fuera de lugar. Es una madre divorciada a punto de conocer a la nueva novia de su exesposo: Julia Banks –una lamentable editora interpretada por Rosario Dawson–. De la relación entre estas dos mujeres se deriva una silenciosa Guerra Fría en donde la cordialidad reina hasta que el personaje de Heigl descubre que su David (Geoff Stults) está a punto casarse con la invasora. Entonces la “psycho Barbie” que lleva dentro sale a la luz para medianamente rescatar el “thriller” de Denise Di Novi.

En un principio, la interpretación de Heigel es apropiada y espeluznante por lo robótico de sus reacciones y comportamiento, pero eventualmente la descomposición emocional de su personaje se vuelve tan exagerada como la historia misma y para el tercer acto llegamos a un punto en el que el guion se sale por completo de control, pierde tono, se vuelve monótono y su clímax es irrisorio. Previamente ya habíamos atestiguado una serie de escenas relleno en las que no pasaba absolutamente nada, pero que con base en una música tensa y efectos de sonido “alarmantes” se buscaba generar un suspenso vacío con nimios resultados. Lo peor es que este desperfecto es una constante a lo largo del filme; numerosas escenas son “maquilladas” para parecer más de lo que en verdad son. 

A ello se suma el patetismo que rodea a la historia y se instala principalmente en la protagonista interpretada por Rosario Dawson, quien sigue al pie de la letra una lista de clichés que impiden conectar con ella. Pero probablemente uno de los puntos más graves de Mío o de nadie es la misoginia que esconde. Pese a ser dirigida y protagonizada por mujeres, e incluso contar con la presencia de una más en el guion –me refiero a Christina Hodson–, la historia se empeña en mostrar una visión reduccionista del sexo femenino al hacer que protagonista y antagonista se definan a partir de la relación que tienen con un hombre, la cual las llevará a enfrentarse una a la otra en catfight style. Esta acción refuerza el estereotipo de “la despechada” que no tiene más vida que sus planes de venganza. 

Si bien la Tessa de Heigl claramente tiene problemas mentales, la construcción que en términos generales se hace de los personajes femeninos las deja muy mal paradas, especialmente en el aspecto emocional. Esta patología de villana telenovelera adquiere un poco de dimensión gracias a la actriz de 27 bodas, no obstante, eventualmente las situaciones absurdamente pueriles la rebasan. ¿Conseguirá entonces deshacerse de su maleficio personal? Muy probablemente no, pues hasta el momento la película lleva recaudados $15 millones de dólares a nivel mundial, ínfima cifra que refleja un producto tristemente olvidable. 

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Mabel Salinas No soy la Madre de los Dragones, pero sí de @Enlabutaca; desde ahí y en Cine PREMIERE estoy en contacto con las buenas historias. Melómana, seriéfila, cinéfila, profesora universitaria, y amante de las bellas artes. Algún día escribiré una novela de ciencia ficción. ¡Unagui!