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Columnas

¿Miradas inocentes?

11-01-2009, 6:22:12 PM Por:
¿Miradas inocentes?

Hace unos años al entrevistar al gran realizador francés Robert Guediguian, éste me defendía la validez del cine como medio de comunicación de masas frente a otros medios para la transmisión de mensajes como la televisión o los canales on line. Su argumento era que, mientras los mensajes vehiculados a través de estos medios son […]

Hace unos años al entrevistar al gran realizador francés Robert Guediguian, éste me defendía la validez del cine como medio de comunicación de masas frente a otros medios para la transmisión de mensajes como la televisión o los canales on line. Su argumento era que, mientras los mensajes vehiculados a través de estos medios son anónimos y muchas veces están impulsados por corporaciones cuya prioridad es generar corrientes de opinión favorables a sus intereses, las películas respondían a la mirada de su autor, el director de cine nunca se esconde y al avalar con su firma su obra lo que hace es dar legitimidad a un punto de vista.

 
Puede que en la Vieja Europa, donde el concepto de “cine de autor” sigue teniendo su peso, semejante razonamiento suene bastante coherente, sin embargo, es dudoso que en el cine manufacturado que invade las pantallas actualmente tanto acá como allá quepa localizar un atisbo de compromiso en la mirada de sus directores ¿o sí? Porque, desengañémonos ninguna mirada es inocente y lo que se nos vende como un mainstream, como una simple película de entretenimiento, muchas veces esconde un mensaje político de tal envergadura que deja en chiquillada cualquier film propagandístico de Leni Riefenstahl.
 
Pensemos en esas películas hechas al calor de la guerra fría adscritas al género de la ciencia-ficción, en la que una amenaza a escala planetario se planteaba como un peligro para la supervivencia de la civilización occidental sin importar lo que sucediera allende el telón de acero, pues se daba por supuesto que los países en la órbita del comunismo no tenían ninguna esperanza de salvarse de la quema, ateos como eran, despreciando el ejemplo mesiánico de los Elegidos para la Gloria.
 
Pensemos en Rambos y Amaneceres Rojos y en toda la basura fascista que nos endosaron desde Hollywood en tiempos de Ronald Reagan, pensemos en los latinos estereotipados como narcotraficantes y en los indios, pensemos en el western clásico. Pensemos incluso en películas buenas, en algunas sublimes, y veremos que ninguna mirada es inocente.
 
Pensemos en el “victimismo judío”, alimentado por la barbarie nazi y pensemos cuantas y cuantas películas se han hecho adoctrinándonos sobre semejante sufrimiento, pensemos en el poder que tiene el lobby hebreo y en quien maneja el dinero en las majors hollywoodienses, pensemos en cómo, pagados de sí mismos, tienen a bien cuestionar a Mel Gibson o al mismísimo Steven Spielberg acusándoles de antisemitas por osar afirmar, en algunos de sus largometrajes, que también el pueblo hebreo, a lo largo de su historia ha cometido errores.
 
Pensemos, por un momento en Israel, un Estado que se hunde sus raíces en la idea de la superioridad de una raza sobre el resto. ¿Les suena? Paradojas de la historia, el pueblo judío ha conseguido materializar el viejo anhelo nacionalsocialista de construir una Nación basada en el concepto de pureza racial. Pobres de aquellos que osen contaminar con su credo, con su sangre semejante proyecto. Forzosamente han de ser invadidos, desplazados y progresivamente exterminados.
 
Mientras escribo estas líneas y en Hollywood hinchan su ego cual Globo Dorado, el Ejército israelí lleva a cabo con mano de hierro su enésima operación de limpieza étnica en territorio palestino. Las víctimas de semejante genocidio no tienen voz, tampoco en el cine, no tienen medios ni aliados en firme que ilustren su sufrimiento. Ninguna mirada es limpia y menos aún aquellas que apuntan hacia otro lado, la posición más cobarde, la más fácil. En 1944-45 muchos miraron para otro lado, hasta que alguien puso la lente de su cámara sobre el rescate de los cuerpos hacinados en los Campos de Exterminio y esas imágenes conmovieron al mundo. Habrá de pasar aún algún tiempo para que el Genocidio que estamos viviendo actualmente sea valorado como tal por el establishment, entonces se rodaran películas de denuncia, alguna ganará un Oscar y el cine nos servirá, una vez más, para lamernos las heridas.

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