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Cine

No vayas a colgar – Crítica

15-12-2017, 1:51:15 PM Por:
No vayas a colgar – Crítica

Una película que se instala en el subgénero de las slasher movies a pesar de cambiar algunas convenciones.

Cine PREMIERE: 1
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El cine de terror ha proliferado en años recientes con algunas propuestas que, siguiendo convenciones, se atreven a romperlas para generar una historia fresca. Ese, desde luego, no es el caso de No vayas a colgar, que en principio parecía proponer por lo menos un vehículo de entretenimiento para aguantar la larga espera para ver el único horario disponible del blockbuster de temporada.

Sin embargo, esta especie de slasher movie está lejos de atrapar al espectador. A pesar de que solamente dura poco más de 80 minutos, al verla uno entiende aquella cuestión de que la percepción del tiempo es relativa porque parece que transcurre mucho más. El prólogo es prometedor. Ahí conocemos a Sam (Greg Sulkin) y Brady (Garrett Clayton), dos adolescentes que están por terminar la preparatoria y que graban sus bromas telefónicas (algo que se antoja inverosímil y de otra época) y las suben a internet para ganar likes y visitas. Tiempo después, ambos están en la casa de Sam, cuyos padres han salido de viaje –la ausencia de adultos vigilantes es un elemento de las slasher–. Sam atraviesa el rompimiento con Peyton (Bella Dayne) y Brady llega sin invitación para pasar el tiempo. El guionista Joe Johnson instala de inmediato a estos dos personajes como los “chicos del final” (por lo general son chicas), cuando reciben una llamada de un número desconocido. Se trata del sujeto que busca desquitarse de una vejación sufrida y quien comienza a acosarlos interviniendo todas sus formas de comunicación con el exterior.

Los codirectores Alexis Wajsbrot y Damien Macé, no obstante, trabajan todo sin emoción ni verosimilitud. El limitado espacio en el que confinan a sus protagonistas parece haberlos confinado a ellos mismos.

Entre Sam y Brady se descubren secretos que los confrontan, aparecen unos cuantos personajes secundarios que simplemente funcionan como accesorios sanguinolentos, el tormento psicológico al que son sometidos los protagonistas únicamente “funciona” porque así estaba establecido en el guión. Hay vueltas de tuerca en la trama que en manos de Jordan Peele (¡Huye!) o Fede Álvarez (No respires) hubieran sido aprovechadas no solo como conductores narrativos atractivos, sino como verdaderos comentarios sociales. Aquí quedan reducidas a una narración pobre con un mensaje anodino sobre las consecuencias de los actos descabellados hechos sin pensarse y sobre el valor de la amistad.

El espectador que se atreva a meterse a la sala debería tener muy en cuenta el título de la película: no cuelgues. De verdad no cuelgues si entra una llamada en ese momento a tu móvil: seguramente habrá algo mucho más interesante que escuchar al otro lado que lo que ocurrirá en la pantalla.

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autor Nadie quiere acompañarlo al cine porque come palomitas hasta por los oídos e incluso remoja los dedos en el extraqueso de los nachos. Le emocionan las películas de Stallone y no puede guardar silencio en la sala a oscuras. Si alguien le dice algo, él simplemente replica: "stupid white man".
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