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Pablo Larraín: poniendo a bailar a Tony Manero

12-11-2009, 12:30:38 PM Por:
Pablo Larraín: poniendo a bailar a Tony Manero

Entrevista con el director chileno. 

por Abel Cervantes

Tony Manero es el segundo largometraje de Pablo Larraín. En él el autor chileno desarrolla un relato contextualizado dentro de la dictadura de Augusto Pinochet, que tuvo cabida de 1973 a 1990. Bajo una estética realista, que toma recursos del cine documental, la cinta ha ganado reconocimiento en festivales y muestras alrededor del mundo. Se trata, sin duda, de uno de los filmes más destacados que ha llegado a nuestra nación en los últimos años. Con el motivo de su estreno en las salas comerciales mexicanas realizamos esta entrevista con el director.

¿Cómo surgió la idea de hacer el filme?

A través de la posibilidad de contar una historia que pudiera ser, al mismo tiempo, una metáfora sobre lo que sucedía durante la feroz dictadura que vivió Chile, partiendo de un personaje analfabeto, amante del baile y seguidor de John Travolta.

¿Por qué realizar la película bajo un estilo documental?

Para mí, utilizar herramientas propias del cine documental permite lograr una verosimilitud muy interesante en la ficción. Sin embargo, hay una trampa, porque, aunque hay un tratamiento realista, en realidad se cuenta la historia de algo que no sucedió nunca. Así, el estilo se ubica en una delgada línea, muy compleja, que tuve que delimitar a partir del comportamiento del personaje. La estética documental hace que a pesar de que el espectador sepa que lo que se cuenta es una ficción, lo hechos proyectados adquieran una veracidad muy poderosa. Finalmente, hay distintos caminos para abordar un relato y desde el principio tuvimos la idea de que lo mejor para Tony Manero era contar todo como si fuera un documental. La cámara pretende narrar un hecho antes que embellecerlo.

¿Por qué no buscaste contextualizar una fábula en el tiempo actual, por qué regresar a la época de la dictadura?

Por el significado que tiene ese período histórico. Me parece que la historia adquiere mayor valor ideológico y político instalada en ese momento. El hecho de que un personaje quiera parecerse a un icono estadounidense es una metáfora de lo que la dictadura de Chile intentó hacer: copiar el modelo cultural estadounidense. Elegir esa época tiene el objetivo de que el espectador vea un relato pequeño como reflejo de una fábula más grande.

En el cine contemporáneo hay una tendencia a hacer referencias a películas dentro de las propias películas. Aquí sucede con Fiebre de sábado por la noche, ¿a qué crees que se deba esta disposición?

Aunque el cine es un arte relativamente joven (comparado con otras disciplinas), cuenta con un material vasto para ponerse en discusión. Es algo que empieza a cobrar sentido en la medida en que el cine como proceso cultural utiliza influencias dentro de sí mismo. En otras artes, como en la música y la pintura, este tratamiento intertextual es recurrente y en el cine de esta época comienza a cobrar valor debido a las posibilidades que el propio medio ofrece, cosa que me parece fascinante, como amante de la disciplina.

¿Cuáles directores te influyeron en la realización de Tony Manero?

Hay una mezcla que tiene que ver con una formación intensa. Pero si tuviera que conectar con alguno yo pensaría en Pasolini, Cassavetes y Herzog. 

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