Abel
La primera cinta de ficción de Diego Luna realmente sorprende, desde el guión hasta la impecable producción.
Siempre es sospechoso cuando un actor afamado quiere volverse director, pero la historia del cine nos ha brindado grandes sorpresas de estrellas con un real talento tras de las cámaras. Por fortuna, Diego Luna se encuentra dentro de estos casos.
Su primera cinta de ficción realmente sorprende, incluso desde el guión. La historia es a la vez sencilla y complicada: retrata a un pequeño quien, al ser abandonado por el padre, toma el papel del líder de la familia. Su madre y sus hermanos le siguen el juego sin prever que tal actitud empeorará la situación de todos.
Los personajes están divinamente trazados, completamente tridimensionales y con retratos profundos de arquetipos sociales muy mexicanos. Las actuaciones realmente sustentan la problemática y presentan complejidad, sutileza y mucho fondo.
Diego se supo respaldar de un gran equipo encabezado por la gran fotografía de Patrick Murguia (Fuera del Cielo, 2006) y la dirección de arte de la ganadora del Oscar, Brigitte Broch (Moulin Rouge!, 2001); lo cual da como resultado una película limpia y profesional. Pero, como en toda cinta independiente, lo que resalta más es la trama, que conlleva una atinada crítica social, un gran conocimiento del ser humano y el suspenso narrativo, mezclado con drama y comedia, que no nos suelta.
Abel exige participación activa del espectador, no es tan ligera como parece. Su entrada a Sundance y Cannes respalda el trabajo del charolastra, que promete un futuro en el que en lugar de ser “el rudo”, lo llamaremos Sr. Director.
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