Asesino ninja
Un show bastante sangriento... como el que nos gustaba en la secundaria.
¡Atención, atención! Si estás infeliz porque hace unas semanas entraste a clases, te da pena hablar porque te cambia la voz, o cada vez que te miras frente a un espejo ves un grano nuevo: ¡no sufras más, amig@ pre-adolescente!, porque tenemos el remedio fílmico para ti. Y no, no es la nueva cinta de Crepúsculo. Es su equivalente de acción, Asesino Ninja.
No digo que Asesino Ninja sea cursi y predecible, no, simplemente que cumple su cometido cinematográfico a secas: entretener a un target específico. Dominguear sin rompernos la cabeza, y ver al cine como un show para pasar el rato. Un show bastante sangriento… como el que nos gustaba en la secundaria.
Durante hora y media, el director James McTeigue nos empapa de litros y litros de sangre patrocinados por la habilidades marciales de Raizo (encarnado por Rain, un ídolo pop coreano), un hombre que desde que era pequeño fue entrenado para ser un asesino por el clan Ozunu. Sin embargo, tras varios “malentendidos”, Raizo se vuelve en contra de esta poderosa organización criminal y junto con una guapa (faltaba más) agente de la Interpol, luchará por las calles de Berlín para derrocarla.
Lo más sorprendente de la cinta, es que la trama realmente no importa, porque aproximadamente cada tres minutos hay una pelea, una secuencia de acción o una marea de sangre. Es como si los diálogos y nuestra capacidad para involucrarnos dentro de la historia fueran un plato de segunda mesa, y la prioridad fuera sentarnos en la butaca, dejar nuestro I.Q. a un lado y disfrutar del rush de adrenalina.
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