Boogie, el aceitoso
Una visión poco convencional de un héroe corrupto al que nos gusta odiar: una buena propuesta.
“El único sentido que no me funciona es el sentido pésame”. –Boogie. ¿Cómo describir a este irónico personaje? Un asesino a sueldo, maleducado, machista, racista y violento. Un adicto al cigarro que odia a la humanidad y cuya única motivación es el dinero. Una mezcla entre Harry el sucio y James Bond, al que las emociones se le resbalan (tal vez por eso el apodo). Basándose en la historieta del aclamado humorista argentino Roberto Fontanarrosa, el director Gustavo Cova lleva a la pantalla grande la versión animada del cómic; y lo hace exitosamente. En la cinta somos testigos del mundo de Boggie, quien al querer recuperar su reputación se ve envuelto en una serie de eventos que incluyen peleas, mucha sangre y ¿por qué no? hasta romance.
El reto de esta cinta era llevar al límite a un personaje infame al punto de ser tan exagerado que es gracioso. Pero si uno ve más allá de las situaciones políticamente incorrectas, la violencia extrema y las groserías a la orden del día, se encontrará con una fuerte crítica social hacia el racismo y la intolerancia. Es una visión poco convencional de un héroe corrupto al que nos gusta odiar, pero que tenemos la esperanza de que algún día cambie. Las técnicas de animación digital 2D y 3D, así como la música original, hacen de Boogie, el aceitoso una buena propuesta.
–Andrea Adame
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