De hombres y de dioses

En el Conde de Montecristo, el abate Faria mira directamente a los ojos a Edmundo Dantés y le dice de frente: "Soy un padre, no un santo".

Es curioso que esta frase expresada en un clásico de la cultura francesa, sea trescientos años más tarde, la tesis de otra obra gala: De hombres y de dioses. En este largometraje, el director Xavier Beauvois, retoma el principio de la redención religiosa y los límites que cercan el raciocinio humano, y los enfrenta contra la bondad, malicia y el sacrificio de un puñado de hombres. Hombres religiosos que no son santos, pero que actúan como si lo fueran.

De hombres y de dioses es una de las mejores películas que se van a exhibir este año en nuestro país. Es una cinta contemplativa, íntima; una obra que alude estrictamente a la reflexión. Beauvois se inspiró en la historia verídica de unos monjes franceses que fueron capturados por rebeldes argelinos a mediados de los años 90 y decidió contar su historia sin moralejas o una manipulación sentimental. Este dato no es un spoiler, ni tampoco el punto cenital de la película; al contrario es el motor narrativo que empuja la historia hacia el verdadero clímax: el pequeño instante en el cual una decisión mundana, divide al ser humano entre el bien y el mal.

Desde el inicio de la cinta se deja en claro el ritmo y la estética que veremos por las siguientes dos horas. Beauvios se toma su tiempo para adentrarnos en la vida de estos monjes y su rutina diaria: rezos, cánticos, labores agrícolas, cuidado de abejas, y  la convivencia fraternal que tienen con un pequeño poblado musulmán que rodea su monasterio.

Lentamente, y gracias a un delicado trabajo actoral y un montaje bien estructurado, nos sentimos parte de este micro-universo religioso encabezado por el Hermano Christian, un hombre que conoce Biblia tan bien como el Corán. Sus gestos brindan confianza, sabiduría y liderazgo. Estas tres cualidades son puestas a prueba cuando el gobierno argelino les pide que abandonen el país, pues un grupo de extremistas musulmanes comienza a asesinar a infieles y extranjeros. Christian y el resto de la orden religiosa saben que están en peligro de muerte y deben de tomar una decisión: regresar a Francia, o defender estoicamente  con su fe, a una comunidad que si bien no profesa su misma religión, tienen algo más fuerte en común: el derecho a vivir.

Beauvois es un cineasta inteligente. El ritmo que imprime a su obra y la forma en que maneja un tema tan delicado y plagado de escepticismo, es digno de admirarse (no por nada De hombres y de dioses ganó el Gran Prix en Cannes): jamás se escuda en la religión para transmitir sentimientos de compasión y redención. Para él, lo importante es hablar de choques culturales y de la moral de la raza humana, la cual muchas veces, sucumbe ante su propia ambición y falta de inteligencia. La escena en la cual los monjes aceptan su destino, no es trágica, al contrario, es especie de epifanía que acompañada por música de Tchaikovsky, demuestra que en los momentos más oscuros, aún puede existir la nobleza del arte… y del perdón.

–Josue Flores Corro

Ve el trailer de De hombres y dioses.

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Clara Itzel Hernández Valladares Clara Itzel es una comunicóloga junkie de los animales, TV, cine, libros, tatuajes, pop culture, té & café. La pueden seguir en instagram (@MissClaraItzel) y leer en ElMoodRandom.com