El latido del tambor
Ofrece vetas de contenido limitadas si nos ceñimos a la convención genérica asumida con elocuencia y sin pretensión.
Dos elementos aprovechó oportunamente el director Kenneth Bi en su tercer largometraje: la integración en el reparto del joven Jaycee Chan (hijo de Jackie Chan) y del legendario Tony Leung Ka Fai, así como la apuesta fotográfica de Sam Koa, intuida por el cineasta antes del al rodaje, después de convivir con un grupo de músicos zen.??
El latido del tambor es una película que argumental y estilísticamente maneja senderos contrastantes que cubren oportunamente la personalidad contradictoria y efervescente de Sid (Jaycee Chan), joven rebelde citadino en proceso de transición.
??Con la integración de elementos del cine oriental en una suerte de thriller que inicia en la ciudad, se sumerge en las montañas, regresa al fragor gangsteril en el funeral del padre y culmina en un vigoroso concierto del teatro U (cuyos músicos integrantes se interpretan a sí mismos), El latido del tambor nos ofrece vetas de contenido limitadas si nos ceñimos a la convención genérica asumida con elocuencia y sin pretensión. O habría que corregir, la vanagloria radicaría en un notable trabajo fotográfico que plantea la transformación de un egocéntrico explosivo a místico no necesariamente contemplativo. Las notables imágenes dan cuenta de los cambios anímicos y existenciales vinculados a escenografías agrestes o de remanso prístino, cuyo registro va de la violencia artificiosa del relato de ficción al movimiento agitado de la cámara cual documental inesperado.??
Diría que las escenas se sostienen por sí mismas y pueden estar por encima de la vertiente temática. Están ahí como valor estilístico central de alcance lúdico en el espectador: el concierto del grupo zen en un auditorio, Sid tocando para su padre desde el exterior de la cárcel donde éste se encuentra preso, el funeral paterno que anticipa con sustancioso humor negro el duelo entre el villano y el joven renovado. Sólo hay que dejarse cautivar por el portentoso latido de unos tambores que invitan a emociones distintas y donde el sonido atronador cobija cadenciosamente al espectador.
–Roberto Ortiz
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Clara Itzel Hernández Valladares Clara Itzel es una comunicóloga junkie de los animales, TV, cine, libros, tatuajes, pop culture, té & café. La pueden seguir en instagram (@MissClaraItzel) y leer en ElMoodRandom.com
