El último camino

El argumento de El último camino es tan sencillo como inquietante. Todo está muerto y oculto. En un mundo devastado, un hombre (interpretado magníficamente por Viggo Mortensen) camina junto a su hijo (un sólido Kodi Smit-McPhee) a través de una carretera tratando de sobrevivir.

Comenzaré con lo obvio: comparar la versión cinematográfica de esta cinta con la deslumbrante novela homónima de Cormac McCarthy, en la que está basada. Aunque la yuxtaposición resulta inconveniente –nos encontramos ante una historia desplegada en lenguajes distintos, formalmente opuestos– vale la pena apuntar algunos detalles. A pesar de que la película de John Hillcoat transcurre con ritmo moroso, los pasajes se desarrollan a una velocidad que no coincide con la de la obra del escritor estadounidense. Donde McCarthy describe con inquietante paciencia imágenes obscuras de un relato postapocalíptico, la cinta se siente presurosa en condensar los fragmentos más representativos. La música (evidentemente ausente en la novela) a cargo de Nick Cave y Warren Ellis, es usada en secuencias dramáticas o aterradoras. Así, funciona como un recurso para dotar de mayor impacto las sensaciones del espectador.

Mientras las primeras líneas del relato del estadounidense proyectan una estampa perturbadora (“Al despertar en el bosque en medio del frío y la obscuridad nocturnos había alargado la mano para tocar al niño que dormía a su lado. Noches más tenebrosas que las tinieblas y cada uno de los días más gris que el día anterior”.) la película, por su parte, comienza con una imagen radiante: flores, colores, una hermosa mujer (Charlize Theron). La efigie es un flashback efectista, artificio que se repite durante el largometraje, y que en la novela tiene un sentido opuesto. Las diferencias –que en un análisis más profundo muestran perspectivas antagónicas respecto de un discurso que revela el fin de las estructuras sociales, políticas y económicas que la humanidad posee en el presente– son pocas, pero trascendentes.

El mayor mérito de El último camino es reconstruir con precisión los escenarios asolados de la novela. Sin embargo, la película fracasa desde el momento de su concepción: es imposible transvasar el campo semántico de McCarthy a imágenes audiovisuales.

–Abel Cervantes

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Mary Carmen Albarrán Mary Carmen siempre ha sido una ñoña... incluso antes de que se considerara cool. Fue editora de Cine Premiere 5 años y posteriormente saltó a las compañías de tecnología pasando por Comunicación en Google, siendo el Tío Netflix en Netflix y ahora ayudando a los famosos a usar Instagram, Facebook y Threads en Meta.