La edad del deseo
Una cinta con sobresalientes actuaciones y una historia que, a pesar de parecer trillada, se salva de caer en los típicos clichés.
En una Francia previa a la primera Guerra Mundial, donde la opulencia estaba a la orden del día, Lea de Lonval (Michelle Pfeiffer), es una cortesana retirada que gracias al buen uso de su cuerpo pudo hacerse de una generosa fortuna. Como cualquier cortesana de la época, su círculo de amistades se ve reducido a pesar de tener una buena posición económica; y no le queda más que convivir con su amiga por conveniencia y antigua rival de profesión, Madame Pelaux (Kathy Bates).
A pesar de ser una mujer madura, la belleza y carisma de Lea siguen intactos, por esa razón Pelaux le confía a su hijo de 19 años, Chéri (título original de la cinta) para que sea su guía y lo saque de una vida de placeres y derroches que parecía no tener fin. A pesar de la diferencia de edades, surge entre ellos una fuerte atracción que les cambiará la vida para siempre.
El director Stephen Frears (La Reina ) nos transporta exitosamente a la Belle Epoque, en donde la vanidad y las apariencias se ven reflejadas en la escenografía y los vestuarios, acompañados por la excelente música de Alexandre Desplat. Las actuaciones de Michelle Pfeiffer (estupenda en su papel de mujer madura enamorada) y la veterana Kathy Bates, son lo mejor de la cinta. La rivalidad/amistad que existe entre sus personajes, le da un toque de humor e ironía a la historia.
Rupert Friend interpreta al joven Chéri, decadente e inmaduro. Aún siendo un buen actor, en esta ocasión su personaje se queda corto, y la química entre él y Pfeiffer se ve, por momentos, forzada. Aun así, resulta interesante ver una cinta, que a pesar de hablar de un amor imposible, no cae en los típicos clichés.
–Andrea Adame
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