La Pontífice
Una cinta bien actuada cuya historia cumple por sí misma y es muy interesante sin morbo o con él.
Pareciera que está de moda adaptar novelas históricas basadas en la vida de mujeres con carácter, como Elizabeth las Bolena en La otra reina, Victoria en La reina joven y hasta Santa Rita en Cascia. En ese estilo se encuentra La Pontífice, basada en la novela de Donna Woolfolk Cross; que pretende sorprender contando el mito de la única Papa mujer, secreto guardado con maestría por la Iglesia.
Uno podría pensar que la cinta pretende provocar y crear polémica; y aunque quizás esté publicitada de esa forma, la historia cumple por sí misma y es muy interesante sin morbo o con él. Para empezar, el “misterio” que “escandaliza”, ya se había tratado hace décadas en la otra versión cinematográfica de 1972 con Liv Ullman en el papel principal; así que no se dice nada nuevo. Y en realidad, lo que menos importa es si Johanna von Ingelheim fue Papa durante el noveno siglo o no. El personaje atrapa al público desde el principio, al ser un arquetipo parecido a Sor Juana Inés de la Cruz: una niña que se atreve a desafiar las creencias de su fanático padre y de los envidiosos e ignorantes; en un tiempo en el que la mujer era denigrada como ser inferior, y por lo mismo era maltratada con facilidad. Pero ávida de conocimiento, se va haciendo de un lugar entre quienes admiran su inteligencia; mientras esperamos con ansia descifrar su camino hacia el trono eclesiástico.
La actuación de Wokalek es remarcable, y hay un excelso retrato del ambiente barbárico con ambición de poder, en el que la fe y la buena voluntad hacen lucha por tener cabida, al estilo de Lutero. Sin embargo, a veces es poco creíble que la historia sea cierta, aunque dan muchas ganas de que sí lo sea. El problema principal es que la cinta de pronto se siente larga y cansada (dura 2:20). Pero pesa más el arte bien cuidado, con fotografía oscurantista que le valió tres nominaciones a los German Film Awards por Vestuario, Diseño de producción y Actriz de reparto.
La Pontífice obliga a reflexionar sobre si realmente ha habido evolución, no sólo en la Iglesia, sino en la inconsciencia del ser humano. Y además salimos admirando a un personaje, que si no es enteramente real, debe resumir a muchas “Johannas” de la historia.
–Doly Mallet
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