Sangriento San Valentín

Pesos pesados de Hollywood como James Cameron y Jeffrey Katzenberg han recorrido el mundo hablando de las bendiciones de la tercera dimensión, diciendo que estamos en una etapa en la que "la 3D de nuestros padres, con trucos ridículos de objetos aventados hacia la pantalla" había quedado atrás, y que la nueva ola de 3D evitaría dichos recursos a favor de una experiencia inmersiva más profunda pero sutil.

Obviamente a los creadores de este remake de la cinta del mismo nombre –bastante oscura para quienes no sean geeks del horror ochentero, por lo que esta reseña evitará comparaciones directas contra la original que mucho distaba de ser una joya del cine– no les llegó el memo, y utilizan estos 100 minutos para hacer justamente lo contrario: presentar un show en el que la tercera dimensión es un circo de objetos punzocortantes sacando sustos al espectador sediento de sangre.

Y como tal, es un éxito que bien desquita los pesos extra que cuesta el boleto. Es precisamente esa aceptación total del espíritu desenfadado de las cintas de asesinos de aquella época, de las que no pretendían escribir las reglas, sino seguirlas al pie de la letra, que eran cubiertas en toda su gloria por la revista Fangoria y entregaban un generoso conteo de cuerpos, un "creativo" uso de armas y objetos cotidianos para generar igualmente "creativas" muertes, y una buena cantidad de senos descubiertos en escenas de sexo injustificado. ¡Qué tiempos aquellos!

La primera hora de Sangriento San Valentín es todo eso y más; tiene el ¿honor? de presentar el primer desnudo frontal (femenino, por supuesto, que es película de asesinos seriales, no europea de arte) en gloriosa 3D digital en uno de los momentos más memorables del género, y generosamente extendido a casi cinco minutos de duración. Tiene un arranque rápido en el que la primera masacre transcurre en los primeros diez minutos, y que promete un tono dinámico que, desafortunadamente no puede sostener.
El pueblo minero de Harmony fue escenario de una terrible masacre hace diez años, en la que sólo un grupo de cuatro adolescentes sobrevivió el ataque del asesino de máscara antigases y afilado pico y ocasional pala. Justo antes del día de San Valentín, el asesino está de vuelta y quiere venganza. ¿O será un imitador? El caso es que el elenco está cayendo como moscas.

El gran problema es que la cinta (cortesía del ¿escritor? de Jason X, entre otros) alterna entre efectivos homicidios y una aburrida historia de CSI. ¿Quién es el asesino? ¿Será el galán de la serie Supernatural (Jensen Ackles), como el heredero de la mina que vuelve luego de diez años de ausencia para convertirse en principal sospechoso, o acaso el sheriff celoso que salía en Dawson’s Creek (Kerr Smith)? ¿Serán acaso los demonios internos de los personajes los que los hacen lucir desorientados, o será que los "actores" no tienen el rango necesario para hacerlos creíbles? ¿Acaso importa este misterio tipo La madrastra en el que la redonda cara de Victoria Rufo es reemplazada por la inexpresiva y siempre vestida Jaime King?

Así, gran parte de la cinta se pierde en ese duelo de ¿actuaciones? para establecer un misterio que inevitablemente decepciona, y que únicamente quita tiempo en escena para lo que todos quieren ver: más muertos y más piel… Como sea, tiene suficiente de ambos como para satisfacer a los seguidores del género.
 

– Miguel González / Corrresponsal Sydney

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Sergio López Aguirre Stanley Kubrick alguna vez dijo "Para tener una visión más amplia, no sólo vean cine bueno, también el malo" obvio le hice caso en lo segundo y es muy divertido.