Siete almas

Siempre es problemático criticar una película llena de tantas vueltas de tuerca sin revelar demasiado –como El sexto sentido (1999) o Juego de lágrimas (1992)–. Y lo mismo con Siete libras, dirigida por Gabriele Muccino (En búsqueda de la felicidad), porque la cinta está construida completamente a partir de piezas de un rompecabezas que poco a poco se van uniendo para darle una respuesta a la pregunta final.

La voz de Will Smith nos dice tranquilamente: “Dios creó al mundo en siete días. Yo destruí el mío en siete segundos”. A la par de la imagen inicial en que Ben Thomas (Smith) hace una llamada para pedir una ambulancia reportando su propio suicidio, comienza el misterio sobre el nombre del filme. ¿Cuál es el terrible secreto que lo lleva a ese lugar? Lo que sí sabemos es que este hombre está usando su posición como agente recaudador de impuestos para buscar a siete personas –entre ellos un pianista ciego (Woody Harrelson) y una candidata a transplante de corazón (Rosario Dawson)– que necesiten ayuda, sea ésta médica, financiera o espiritual.

El filme le da al público algunos escenarios provocativos sobre la vida y la muerte, el arrepentimiento y el perdón, pero nos mantiene adivinando sobre lo que en realidad está sucediendo. El problema radica en que mientras Smith mantiene una sorpresiva conexión emocional, es difícil para la audiencia lograr el mismo vínculo con la historia. Es una cinta complicada en muchos niveles y, al final, la fuerza en la actuación de Smith simplemente no es suficiente para compensar lo enredado de su trama y sus detalles poco creíbles.

–Vera Anderson
 

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Sergio López Aguirre Stanley Kubrick alguna vez dijo "Para tener una visión más amplia, no sólo vean cine bueno, también el malo" obvio le hice caso en lo segundo y es muy divertido.