Terror en Chernóbil – Crítica
Producida por Oren Peli, director de Actividad paranormal, esta película de horror está plagada de clichés obvios.
Bien dicen que un rayo no pega dos veces en el mismo lugar, y ése parece ser el caso del productor y director de Actividad paranormal, Oren Peli, quien por más que ha intentado emular el éxito de aquella cinta, no logra darle al clavo. Y es que su última película, Terror en Chernóbil, es una historia de horror que no sólo está plagada de clichés –lo que generalmente es bueno para una cinta de esta categoría–, sino que además son los más obvios.
El filme, producido por Peli y dirigido por el novato Bradley Parker, cuenta la anécdota de un grupo de turistas estadounidenses que deciden visitar una planta nuclear abandonada tras los trágicos acontecimientos que desataran el accidente radioactivo de los años ochenta. Pronto, los jóvenes descubren que en el lugar hay un fenómeno paranormal que los convierte, uno a uno, en sus víctimas.
La principal desventaja de la película de Terror en Chernóbil, además de su guión por demás predecible, es que no queda del todo claro qué efecto se busca despertar en la audiencia con la cinematografía. Hay razones tanto para creer que se trata de una reconstrucción de un “hecho real”, como para suponer que se utilizó “material verdadero” para armar la historia; incluso se podría llegar a interpretar que todo el tiempo hay un personaje grabando lo que sucede, y esta ambigüedad, más que envolver, desconcierta.
La idea de una cinta de terror en la cede de un accidente nuclear suena atractiva de inicio pero, lamentablemente, no logra en ningún momento llegar a ser un propositivo exponente de su género.
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