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Cine

Silencio – Crítica

19-02-2017, 7:52:41 PM Por:
Silencio – Crítica

Más allá de su temática religiosa, Silencio aborda el tema de las creencias y la intolerancia de una forma magistral y al mismo tiempo actual.

Cine PREMIERE: 4.5
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Tal vez no sea la película que uno espera ver de Martin Scorsese. No hay nada que la relacione con ese tipo de historias de ficción (su trabajo como documentalista está en otra sintonía) en las que la violencia, física o verbal, es la respuesta natural de sus personajes. Más bien, la película Silencio guarda relaciones con dos de sus películas más atípicas dentro de su nutrida filmografía: por un lado, La última tentación de Cristo (1998), que narra la vida de Jesús, y Kundun (1997), sobre la vida del décimo cuarto Dalai Lama y la opresión china.

De algún modo miradas a temas religiosos ubicadas en Oriente. Miradas introspectivas sobre personajes con convicciones férreas dispuestos a sacrificarse por el otro. Por esa misma línea va la película Silencio, cinta que adapta al cine la obra maestra del escritor Shūsaku Endō, uno de los más representativos de la literatura japonesa posterior a la Segunda Guerra Mundial.

Silencio película

La historia de la película Silencio se ubica en el siglo 17, cuando dos sacerdotes jesuitas (Andrew Garfield y Adam Driver) viajan de Portugal a Japón para buscar a su mentor, el padre Ferreira (Liam Neeson), quien era líder de la misión cristiana en aquel país y de quien se han dejado de tener noticias salvo que, se rumora, ha renunciado a la fe. Sin embargo, los padres Rodrigues (Garfield) y Garupe (Driver) no están dispuestos a creer en esos dichos y hacen el viaje a pesar de que saben que es un muy mal momento para los cristianos, pues hay un nuevo y cruel inquisidor, el viejo samurái Inoue (Issei Ogata), quien los persigue y tortura de maneras brutales. Para llegar a Japón, los padres cuentan con la ayuda del borrachín Kichijiro (Yôsuke Kubozuka), un hombre que los guía a una cueva adonde los recogen unos aldeanos cristianos. Escondidos en una choza en la montaña, Rodrigues y Garupe solo pueden salir de noche. Motivados por la respuesta de los aldeanos, y cansados del encierro, pronto querrán hacer más e incluso salen de día por lo que son vistos por gente ajena a la aldea.

Son solicitados por otro grupo de cristianos de otro pueblo, Goto. Cuando Rodrigues viaja hacia allá, encuentra una nueva comunidad y se llena de optimismo. Sin embargo, este se desvanece cuando regresa y en la aldea ya están los hombres del inquisidor, quien ha recibido noticias de que hay cristianos ahí y que han llegado nuevos sacerdotes. Entonces amenaza a los aldeanos, eligiendo a tres que son crucificados vivos en la orilla del mar en una secuencia aterradoramente bella. Rodrigues y Garupe toman caminos separados para evitar ser atrapados, aunque todo es una tragedia para los cristianos y los hilos del inquisidor están por todas partes, pues ofrece plata a quien dé noticias. Su objetivo es que los padres apostaten para evitar la propagación de la fe cristiana, prohibida por ley.

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Más allá de su temática religiosa, la película Silencio aborda el tema de las creencias y la intolerancia de una forma magistral y al mismo tiempo actual. La segregación, la persecución, el aislamiento, la marginación, la discriminación y la aniquilación, temas increíblemente vigentes en la actualidad (en países como Estados Unidos e Irak, solo por citar unos ejemplos), son abordados en esta historia, una producción EU-Taiwán-México que estuvo a punto de no realizarse por problemas previos a la filmación. La fotografía del mexicano Rodrigo Prieto, nominada al Oscar, sirve para expresar visualmente los dramas que viven los personajes, en especial Rodrigues. Las tomas abiertas, desde aquella cenital cuando van en el bote hacia Japón, muestran la abrumadora realidad a la que se enfrentarán los sacerdotes, quienes experimentan en carne propia el rechazo y la violencia. Las tomas cerradas, a veces hechas a través de los barrotes de la celda de Rodrigues, muestran la lucha interior de los religiosos, quienes se debaten por rechazar públicamente sus creencias, férreamente arraigadas en ellos.

La actuación de Andrew Garfield es bastante destacada, mostrándose más escuálido de lo que ya en sí es y como un actor con recursos variados (ejemplo de ello es su actuación en Hasta el último hombre, por la que está nominado al Oscar). Consigue expresar, con miradas y gestos, las profundas convicciones y el profundo sufrimiento de su personaje, un hombre de fe que no está dispuesto a renunciar a su religión. Sin embargo, esas mismas convicciones, que tienen como uno de sus principios fundamentales el cuidado del prójimo, jugarán en su contra.

Martin Scorsese logra un retrato complejo sobre la propagación de la fe, es cierto, pero más allá de eso entrega un relato sobre el respeto –en este caso la falta de– de las ideas, la discriminación y la marginación que resulta abrumadoramente actual a pesar de su ubicación en el siglo 17.

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autor Nadie quiere acompañarlo al cine porque come palomitas hasta por los oídos e incluso remoja los dedos en el extraqueso de los nachos. Le emocionan las películas de Stallone y no puede guardar silencio en la sala a oscuras. Si alguien le dice algo, él simplemente replica: "stupid white man".
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