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Cine

Sing Street: Éste es tu momento

20-09-2016, 10:56:57 AM Por:
Sing Street: Éste es tu momento

Con Sing Street, John Carney nos regala una de las películas más frescas y carismáticas del año.

Cine PREMIERE: 4.5
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La música suele ser el lenguaje principal por medio del cual se expresan las sensibilidades, frustraciones, deseos y espíritu de los personajes del director irlandés John Carney. No es un secreto que en sus más recientes cintas –que no llegan a ser musicales– las melodías son protagonistas, pues sirven de pegamento y crean una burbuja de protección alrededor de sus héroes, como si se tratara de un encantamiento, una tregua o un paréntesis ajeno a lo decepcionante de la vida cotidiana. De hecho, sirven incluso como medicina para aliviarla: ya sea la de dos enamorados solitarios (Once), un productor y una compositora con su vida a la deriva (Empezar otra vez) o –como sucede en este caso– un adolescente en busca de su identidad en medio del divorcio de sus padres.

Sin embargo, y a pesar de que su filmografía poco a poco se perfila para ser una fabriquita de éxitos musicales, hay otro elemento que suele elevar las historias de Carney por encima de las simples feel-good movies a algo más significativo, y que se ha convertido en su tema recurrente: la maravilla de compartir con otro la creación musical (la experiencia estética, en general), que da como resultado conexiones profundas, de esas que le ponen pausa a la vida y la llenan de un sentimiento de –a falta de un mejor término– magia. De ahí que a menudo se le perdone su tono fantasioso e indulgente (con secuencias como esas de Keira Knightley cantando en las calles y creando un disco casi de la nada), y prefiramos disfrutar de la dulzura que, gracias a su celebración de lo “feliz-triste”, no necesita estar enmarcada en el realismo absoluto para provenir de un lugar que se sienta verdadero.

En Sing Street: Este es tu momento, el director irlandés vuelve a este mismo espíritu –aunque de una forma más carismática que melancólica– con una trama coming of age que le hace homenaje a la década de los 80 y a la juventud. Sin embargo, no se siente como una redundancia temática, sino como otra confirmación de que la música en efecto es la compañera ideal de las almas imprecisas. Conor (Ferdia Walsh-Peelo) es un adolescente de Dublin que, tras conocer a una modelo a la que desea impresionar, forma una banda musical con sus nuevos amigos de su nueva escuela católica irlandesa. Sin embargo, éste no es un cuento de amor entre un joven y una chica (este recurso, aunque inicia todo, se vuelve completamente secundario). Más bien, Sing Street se convierte en una historia de amor fraternal, una fábula de cómplices.

Y aquí viene la revelación de la cinta: Jack Reynor interpreta con gran carisma y fuerza a Brendan, hermano mayor de Conor –ese que todos quisiéramos tener–, quien toma el rol de guía y mentor en cuanto a su educación musical se refiere. Gracias a su amor mutuo por la música, ambos comienzan a vivir en una suerte de vida paralela a los pleitos de casa. Dicha vida paralela está llena de simpatía, pues implica la búsqueda de la identidad musical de Conor, pasando por Duran Duran, The Cure, Depeche Mode, y que incluye hasta cambios de look de la noche a la mañana. Brendan se vuelve por voluntad propia en la carne de cañón que le abre el camino a su hermano y es sobre su relación con Conor en la que recae todo el peso de lo agridulce: ambos viven el desmoronamiento de su familia, al mismo tiempo que comparten el sueño de hacer buena música.

Es cierto que Sing Street, así como comparte el mismo espíritu “Carney” de sus antecesoras (y cuya sensibilidad irlandesa la eleva considerablemente por encima de la hollywoodense Empezar otra vez), también comparte los mismos pecados: la fantasía y la facilidad con que suceden algunas cosas dentro de la trama. Después de un poco de “educación musical”, Conor empieza a crear grandes canciones que no se escuchan nada amateur. Casi de la nada. Esto, sin embargo, es una buena noticia para nuestros oídos y los amantes de los éxitos ochenteros, pues no podrán dejar de tararear el soundtrack una vez terminada la cinta. Sing Street sí es una feel-good movie después de todo, pero eso no quiere decir que, desde su frente de frescura y juventud, no tenga nada qué decir. La película es un atajo para comprender amenamente en qué consiste ese sentimiento que a menudo da origen a las mejores obras de arte: ese estar «feliz-triste». Y eso la convierte en una de las películas más frescas y carismáticas del año.

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autor Periodista, editora en Cine PREMIERE y bailarina frustrada en sus ratos libres. Gustosa del cine, la literatura, el tango, los datos inútiles y de la oportunidad de desvelarse haciendo lo que sea.
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