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Cine

Virus tropical – Crítica

18-10-2018, 11:48:40 AM Por:
Virus tropical – Crítica

Esta adaptación al cine de la novela gráfica de Power Paola cumple en su forma, aunque quizá su propuesta de contenido no sea para todos los gustos.

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Mirar la película animada Virus tropical sin pensar en Persépolis resultará para muchos una empresa imposible. De entrada, las dos son adaptaciones cinematográficas de novelas gráficas creadas por mujeres que respetan al dedillo, casi de forma milimétrica, la estética del material que replican, en ambos casos marcada por una paleta en blanco y negro.

No obstante, la analogía no para en el aspecto formal, que en el caso de Virus tropical, al igual que en el de la mencionada coproducción francesa-iraní, es impecable, cuidado con un esmero que evidencia la profesionalidad y el talento de los equipos técnico y creativo involucrados en el proyecto. También los paralelismos se hallan en el contenido, pues uno y otro filme narran un episodio de la vida de las autoras tomando a la infancia como punto de salida.

En el caso de Virus tropical se nos presenta un fragmento de la existencia de Paola Gaviria, mujer originaria de Ecuador –aunque en su pubertad se mudó a Colombia– que en el mundo del cómic y del grafiti es conocida como Power Paola. La historia arranca con su “milagrosa” concepción –de allí surge el nombre de la cinta– y concluye en su adolescencia. Dicho de paso el cierre es un tanto abrupto, desconcertante para quienes ignoran la fuente de la que abreva Virus tropical –aunque probablemente, y dado los reconocimientos obtenidos hasta ahora, no será la última adaptación de las memoras gráficas de Gaviria– pero a la vez concuerda con el ritmo que impera en el conjunto.

Virus tropical crítica

Virus tropical nos presenta un fragmento de la vida de Paola Gaviria, mujer originaria de Ecuador, que en el mundo del cómic y del grafiti es conocida como Power Paola.

La película de Santiago Caicedo –con guion de Paola Gaviria y Enrique Lozano, un amigo suyo desde la niñez– a ratos parece armada a partir de sketches, retazos de recuerdos que se articulan más por los personajes contados que por los sucesos. Al espectador, sin embargo, no le costará aceptar el código propuesto. Ciertamente la vida es a veces así, llena de cabos sueltos, compuesta por situaciones en las que, sin explicación alguna, se nos ha obligado a asumir las decisiones de otros y donde la única constante es nuestra propia presencia.

En el caso de Gaviria se nos invita a asomarnos a un esquema familiar dominado por mujeres. El padre, ex sacerdote –o clérigo aún en activo, según se nos sugiere–, casi ni pinta en la historia. No así la madre –dominante y llorona, como son o se quiere que sean todas las madres latinoamericanas–, una trabajadora del hogar tan fiel como acomplejada –y, como siempre, parada en la frontera de la aceptación y el repudio– y las dos hermanas mayores de Gaviria, confidentes y enemigas, según la parte de la biografía de la que se trate.

En ese mundo se forja, pues, el destino de la futura Power Paola. La vemos de pequeña, cuando para ella cualquier problema a su alrededor –las desavenencias entre sus padres o la fuga de su hermana mayor– aparentemente era menos importante que sus Barbies. La vemos unos años después, puesta en el trazo de sus primeros dibujos, primero para ganar un encuentro con Juan Pablo II en su visita a Ecuador, luego como una vía de escape y al final del filme como vehículo de creación y fuente de trabajo. Y observamos también el difícil período de pubertad por el que pasa, mismo que en su caso se agrava a causa de la mudanza familiar de Quito a Cali y, ciertamente, por su propia personalidad.

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Influida por la cinta Persépolis, Virus tropical se instala en la tradición que algunos artistas de hoy han adoptado por contar una historia basada en propias vivencias.

En este sentido la película es absolutamente actual, pues se instala en la tradición que algunos artistas de hoy han adoptado por contar una historia basada en propias vivencias. Lo han hecho a nivel literario Karl Ove Knausgard con su kilométrica obra narrativa, y en el cine abundan ejemplos, Verano 1993 o Roma entre ellos, por no hablar de la fiebre por las series de corte biográfico que hay en todo el mundo.

Incluso, claro, la mencionada Persépolis obedece a esta a esta mecánica. El problema es que hay un error si se piensa que toda vida puede ser interesante para todos, o que puede serlo siempre en la misma medida. Y si la vara con la que Virus tropical se mide es Persépolis, como se sugirió al inicio de esta crítica, los resultados no son favorecedores.

Nadie dice que no hay corazón en la película de Caicedo porque eso es evidente, y cada cuadro exhibe una honestidad a prueba de balas. Además, ya se ha dicho, desde el punto de vista estético el filme se contempla con verdadero placer. Sin embargo, se tiene la impresión de que el contenido de Virus tropical, si bien puede funcionar a nivel de novela gráfica, desde una perspectiva cinematográfica se queda corto. Carece de arcos dramáticos y giros narrativos que arroben los sentidos.

Para ser claros, si bien es factible completar un proceso de identificación con Paola: todos hemos padecido –o al menos conocemos– una madre dominante; una familia disfuncional; el rechazo o burla por parte de compañeros de la escuela; inseguridades; novios y novias abusivos y un largo etcétera, el factor sorpresa básicamente brilla por su ausencia. En Persépolis, en cambio, si bien la vida de Marjane Satrapi transcurría por las mismas etapas que la de Gaviria –y que las de todo ser humano– este particular funcionaba como vehículo para narrar paralelamente aspectos más globales y de alguna manera nuevos e inesperados para las audiencias, como lo fueron la revolución iraní y la subsecuente transformación de una sociedad laica a una religiosa fundamentalista, o las dificultades y los procesos interiores que experimenta una mujer musulmana una vez que ha emigrado a Europa y afronta el modo de pensar occidental.

En todo caso, los descubrimientos de la protagonista eran claros y por tanto acompañarla en sus travesías no tenía nada de intrincado. En Virus tropical, en cambio, las supuestas revelaciones que colecciona Paola se muestran a medias o se les pasa revista demasiado rápido. Se tiene la impresión, entonces, de que había prisa o necedad por relatar lo más que se pudiese de su vida y, como consecuencia, el repaso a lo que se antoja de verdad trascendente nunca es lo suficientemente profundo. Eso provoca que a nivel narrativo los personajes, aunque nuestros ojos nos digan lo contrario, a ratos se desdibujen y, con ellos, retazos de lo que pretendía contarse.

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autor Carlos Jesús (aka Chuy) es escritor y periodista freelance. Desde 2006 radica en Berlín, desde donde colabora para distintos medios. Sus pasiones son su familia, la cerveza, escribir relatos y el cine de los setenta.
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