Voraz (Raw) – Crítica de la película y dónde verla

Incesto, homicidio y, por supuesto, canibalismo son –de acuerdo con Sigmund Freud– los únicos deseos que, de manera inconsciente, todos los seres humanos albergamos en nuestro interior. Quizá sea por ello que Justine (Garance Marillier), protagonista de la película Voraz se antoja, a pesar de su monstruosidad, tan frágil, y tan humana. Y si algo deja en claro la cinta es que, en el fondo, todos somos monstruos, aunque nos dé asquito reconocerlo. 

Hija de veterinarios –y criada en el más estricto vegetarianismo–, Justine llega a su primera semana en la escuela veterinaria en el fondo de la cadena alimenticia. Ese lugar le corresponde como novata. Su hermana Alexia (Ella Rumpf), estudiante también ahí, se encarga de hacerlo cumplir. Al día siguiente, la chica es obligada a comer el riñón de un conejo como parte de su novatada. Las apetencias que Justine comienza a descubrir dentro de sí resultan ir mucho más allá del gusto por la carne cruda.

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Así, dos han sido las críticas que se han hecho a la cinta, controvertido debut como realizadora de Julia Ducournau. La primera es que no se trata de una genuina película de horror. Hay miembros de la audiencia que se han sentido indispuestos al verla. Pero no por algún horror indescriptible, sino por el pésimo gusto de las imágenes. De ahí las bolsitas para el vómito que se han repartido en algunas funciones. Un mero gimmick que avergonzaría al mismísimo William Castle. Que no da miedo, pues.

Más allá de los efectos de maquillaje, realizados a la vieja usanza por Olivier Afonso y Amelie Grossier, Voraz resulta todo menos una película convencional. Destaca también la factura en general impecable de la cinta y la fotografía de Ruben Impens. A medio camino entre los excesos de la New French Extremity y el art-house horror, el horror que Justine enfrenta es el de su propia naturaleza. Un deseo insaciable que, al fin y al cabo, la desnuda como la criatura irracional que somos en el fondo. Y justo de eso va el cine de horror.

La otra queja estriba en que la cinta no es original, que ya películas como Feroz (2000) o la clásica Carrie (1976) habrían dado cuenta de la abyección inherente a la condición femenina. Y de los apetitos que el despertar sexual de una mujer trae consigo. El género goza de una rica tradición en lo que a féminas monstruosas se refiere, y filmografías como la de David Cronenberg –Rabid (1977) o The Brood (1979) vienen a la mente– o su hijo Brandon –carne de su carne, al fin y a cabo– han hecho del body horror subgénero imprescindible del terror. 

Sin embargo, y lejos de refritear filmes en serio incómodos como Dentro de la piel (2002) o Trouble Every Day (2001), de la igualmente impía Claire Denis, Ducournau demuestra una sensibilidad que va más allá del supuesto feminismo que ella misma se ha encargado de promocionar, y lo hace en una cinta a la que –como dije ya en un texto anterior– habrá que entrarle antes que nos receten el inevitable recalentado gringo, deslactosado y bajo en calorías.

La película Voraz está disponible para renta en Casa Caníbal.

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Antonio Camarillo Periodista y cineasta, es colaborador de Cine PREMIERE desde el año 2002, conductor de Horroris Causa en UAM Radio 94.1 FM y miembro del equipo de Mórbido: Festival Internacional de Cine Fantástico y de Terror. Actualmente imparte las materias de Narrativa, Guionismo y Géneros Cinematográficos en SAE Institute Mexico, así como talleres de guion para cortometraje.