W: ¿panfleto?

Era de esperarse que Oliver Stone dijera y pregonara que su próxima película, W, basada en su interpretación de la vida del muy vapuleado presidente norteamericano George W. Bush no tiene propósito electoral alguno, y que será una visión objetiva del controvertido mandatario que pasó de ser un hijo de papi texano a ser el inquilino de la Oficina Oval. Sí, puede que, como hiciera con Nixon (a mi gusto su mejor película y de las mejores actuaciones de un titán como Anthony Hopkins), lo suyo sea un retrato complejo, un estudio de personaje tocado por la política, sí, pero no animado por un espíritu de denuncia. No he visto la película y no me gusta juzgar sin ver algo, pero dudo que detrás de su estreno a unas semanas de las elecciones del 4 de noviembre no tenga algo o de oportunismo, o de panfletario. (Hago un paréntesis: no soy proBush, sí soy proObama, esto es una crítica a Stone o a los ejecutivos del estudio, no más). Claro que quieren vender más boletos, y claro que ver a un presidente republicano borracho en su juventud (Obama ha admitido haber consumido drogas, nadie es un santo en la viña de la política) cuando unas elecciones juzgarán su legado, tendrá un efecto, por mínimo que sea (no digo que un seguidor de McCain se cambie por ver la película, ni siquiera pagaría la entrada, sino que los independientes, a aquellos a los que les tiembla la mano a la hora de hacer la cruz en la soledad de la casilla, podría moverles algo). En fin, prefiero, y eso ya es decir porque me cae muy mal, a un Michael Moore, abiertamente panfletario, que a un Stone (a quien por lo demás admiro como persona y como artista, y quien en persona es amabilísimo, más que casi a todos los que he entrevistado) que tira la piedra y esconde la mano. La vida política, pues.

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César Albarrán Torres Es investigador del Programa de Culturas Digitales de la Universidad de Sydney. Es el editor fundador de cinepremiere.com.mx y escribe sobre cine, televisión y tecnología en diversos medios nacionales e internacionales.