Mejores monstruos en películas de Serie B

El cine B o de Serie B ha existido en Hollywood casi desde sus inicios como industria, con la única variante que aquí la producción en muchos de sus casos brilla por su ausencia. Pero ojo, no hay que confundirlo con un cine de arte de aquellos tiempos, que si bien pudo o no tener presupuesto, los artistas se las ingeniaban para que eso no fuera un problema. En cambio, el cine Serie B se caracteriza principalmente por la fuerte presencia de un género, en este caso el sci-fi o terror, que se combina con la falta de un presupuesto sólido. Los efectos especiales se notaban “mal hechos”, aunque esto siempre ha sido parte de su encanto. Estas películas también contaban con la presencia de monstruos que protagonizaron un sinfín de historias de Serie B.

Normalmente estos monstruos eran actores en grandes trajes de hule espuma que debían interactuar con el reparto —o pequeñas ciudades— a manera de buscar un mejor impacto en la historia. Estos monstruos de películas Serie B no tiene nada que ver frente a los clásicos monstruos del cine de Universal que en ese entonces tenían un mayor presupuesto y no lidiaban con los problemas de estos otros directores.

A continuación, una lista de estos monstruos que en su momento pudieron haber sido las burlas de los grandes ejecutivos de Hollywood, pero que conforme pasaron los años se han hecho de un status de culto que ya muchos envidiarían. ¿Cuál es su favorito?

Nota: La siguiente lista está en orden cronológico.

Cohete K-1 (Dir. Kurt Neumann, 1950)

Para muchos “la primera película del holocausto post-nuclear”, en realidad esta historia sobre la primera expedición del hombre a Marte se produjo en un tiempo récord de 18 días tan sólo para adelantarse al estreno de la más sofisticada Con destino a la luna (1950). Un éxito de taquilla, la cinta habría de inaugurar el ciclo de películas que, de El enigma de otro mundo (1951) a la versión original El día que paralizaron la Tierra (1951), harían de los viajes espaciales y las invasiones de origen extraterrestre una firma de la serie B.

El monstruo del fondo del mar (Dir. Wyott Ordung, 1954)

Si bien, habría de pasar sin pena ni gloria, algo nada extraño para una cinta producida en menos de una semana por $15 o $16,000 dólares, esta historia de una amiba gigantesca que surge del mar en México (de seguro era Acapulco) habría de alcanzar la fama por ser la primera producción de Roger Corman —el llamado “Rey de las Películas B” (o “The King of the Bs”, si cachan el juego de palabras) y quien diera su primera oportunidad a hoy estrellas como Robert De Niro—.

El monstruo de la Laguna Negra (Dir. Jack Arnold, 1954)

Al igual que El monstruo de la profundidades (1955), esta película sobre las un tanto improbables apetencias carnales de un huachinango ambulante habría de poner en claro que Tiburón no fue la primera película en ahuyentar del agua a los bañistas. La cinta se estrenó originalmente en 3D, y se dice que la idea se le ocurrió al productor William Alland durante una fiesta, en la que el fotógrafo mexicano Gabriel Figueroa le contó sobre una raza de criaturas mitad hombre, mitad pez, que vivían supuestamente en el Amazonas.

Godzilla, King of the Monsters! (Dirs.  Ishiro Honda, Terry O. Morse, 1956)

La popularidad de las llamadas creature features habría de llevar a Hollywood a comprar por unos cuantos dólares los derechos de cintas extranjeras que luego se doblaban y se proyectaban así, sin más. Por lo menos hoy hacen remakes. En el caso de Godzilla, el distribuidor Joseph E. Levine se encargó de filmar algunas escenas adicionales con el actor Raymond Burr, que luego fueron incorporadas al filme original —con todo, algo menos indigno para Gojira que la versión de Roland Emmerich—.

El hombre lobo adolescente (Dir. Gene Fowler, 1957)

Heredera lo mismo de la tradición gótica de las películas de monstruos de la Universal como de los dramas de juventudes descarriadas tipo Rebelde sin causa, esta película —no entraremos aquí en detalles sobre la trama, que es bastante obvia… y bastante boba— fue una producción de la legendaria AIP, conocida no sólo por su afecto a un género siempre rentable sino también por hacerlo aún más popular entre el público adolescente. La cinta contó en el estelar con Michael Landon, de Los pioneros.

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El ataque de la mujer de 50 pies (Dir. Nathan Juran, 1958)

Parte del ciclo de monstruosidades gigantescas que incluye también a El asombroso hombre creciente (1957), la historia de una decadente millonaria alcohólica que, tras entrar en contacto con la radiación de un platillo volador se convierte en literalmente un viejorrón siempre tuvo un enorme atractivo —ahí está si no el remake protagonizado por Darryl Hannah en 1993, o aquella farsa ecológica-feminista que es La más pequeña del mundo, de 1981—. Y todo ello a pesar de ser bastante mala.

La mancha voraz (Dirs. Irvin Yeaworth, Russell S. Doughten, 1958)

¿Por qué tiembla la gelatina? Tal vez esta cinta sea mejor recordada por dar su debut cinematográfico a Steve McQueen o por su canción tema, un verdadero hitazo en su época. Y sin embargo, la historia del grupito de adolescentes rebecos que, por más que lo intentan, nomás no consiguen que alguien les crea cuando descubren que un monstruo extraterrestre se dispone literalmente a devorar su idílico pueblecito habría de, digamos, dar forma a toda película de monstruos que se precie de serlo.

The Fly (Dir. Kurt Neumann, 1958)

A pesar de sus inverosimilitudes científicas, este clásico del cine de monstruos —inspirado, a su vez, en una novela corta de Frank Langelaan— habría de perpetuar para la posteridad el arquetipo del científico loco cuya imprudencia al meterse con cosas que no le incumben desemboca en una tragedia. La manera en que el remake de Cronenberg habría de sacarle la vuelta a los aspectos menos plausibles de la trama es genial y, sin embargo, la imagen de David Hedison con cabeza de mosca es hoy más popular que la de Jeff Goldblum cayéndose a pedazos por todo su laboratorio. Y más icónica. Con todo y su Óscar.

The Tingler (Dir. William Castle, 1959)

Conocido por sus ingeniosos montajes publicitarios, el productor y director estadounidense William Castle habría de utilizar aquí uno de sus más famosos trucos: el legendario Percepto! Al final de la película, vibradores eléctricos colocados en ciertas butacas de la sala hacían a los asistentes brincar literalmente de su asiento. Y ello, sin considerar que la película, una historia truculenta sobre un parásito que sólo se puede eliminar gritando, vale la pena acaso por la actuación de Vincent Price.

Mothra la indestructible (Dir. Ishiro Honda, 1961)

Otro popular kaiju nipón —un término utilizado para todo monstruo que aparezca en una de sus cintas de acción y efectos especiales—, esta bondadosa mariposota no sólo ha enfrentado a Godzilla en varias ocasiones desde su debut en 1961, sino que considera su misión proteger a la Tierra de cualquier amenaza que pueda enfrentar. Por supuesto, esto no significa que no pueda destruir la ciudad de Tokio de vez en cuando, pues ¿que sería de una película de monstruos sin japoneses gritando en las calles?

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Antonio Camarillo Periodista y cineasta, es colaborador de Cine PREMIERE desde el año 2002, conductor de Horroris Causa en UAM Radio 94.1 FM y miembro del equipo de Mórbido: Festival Internacional de Cine Fantástico y de Terror. Actualmente imparte las materias de Narrativa, Guionismo y Géneros Cinematográficos en SAE Institute Mexico, así como talleres de guion para cortometraje.