Abraham Lincoln Cazador de vampiros

Abraham Lincoln: Cazador de vampiros es un título que poco tiene de convencional y de inmediato te introduce a la premisa del filme: uno de los presidentes más emblemáticos de Estados Unidos, además de gobernar, se dedica a matar a estas míticas criaturas.

Basada en el libro homónimo de Seth Grahame-Smith –quien también es el guionista–, la película sigue la vida de Lincoln desde su niñez y utiliza la muerte de su madre como detonador en su búsqueda por acabar con los vampiros. En papel, la trama funciona, pues involucra datos históricos que convergen con elementos sobrenaturales; sin embargo, al verlo en la pantalla grande no queda más que cuestionar todo lo que se muestra. La seriedad con la que se toma esta historia funcionó para la novela, pero al ser trasladada al cine resulta contraproducente pues se siente superficial. Y esto va de la mano con el desarrollo de los personajes, porque aunque son del dominio público, como audiencia nunca conoces sus motivaciones y no logran crear una conexión con el público, ni entre ellos. Ya habíamos sido testigos de este mismo error en otra de las películas escritas por Grahame-Smith: Sombras tenebrosas, así que aquí no nos queda más que preguntarnos si es coincidencia o si hay un problema de fondo en la manera que el autor escribe a sus personajes. Esto da como resultado que los personajes se sientan unidimensionales y que la audiencia no sienta relación alguna con ellos. De esta manera, al final no importa cuál es el destino de los personajes, pues en ningún momento nos involucramos con ellos. Sin embargo, vale la pena establecer que el trabajo de Benjamin Walker, Mary Elizabeth Winstead, Dominic Cooper y compañía es bueno, su problema es lo limitado del guión.

Por otro lado, es importante hablar del uso del CGI, pues a pesar de que hay varias escenas exitosamente coreografiadas, el problema esencial recae en el uso de los efectos especiales. Hay secuencias donde es imposible no pensar en la pantalla verde que los actores tenían de fondo.

Pero no todo está perdido: si el espectador mantiene una mente abierta ante lo que la película propone, se entretendrá. Hay secuencias de acción bien logradas, el tratamiento que tienen los vampiros es original –especialmente en la coloración de los ojos en 3D– y como se estableció anteriormente, las actuaciones cumplen. Al final, es una cinta que sólo disfrutarán aquellos que pasen por alto la locura inherente de la trama.

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Clara Itzel Hernández Valladares Clara Itzel es una comunicóloga junkie de los animales, TV, cine, libros, tatuajes, pop culture, té & café. La pueden seguir en instagram (@MissClaraItzel) y leer en ElMoodRandom.com