Golpe de Estado en España: 23-F

Hará un par de meses un amigo me prestó la cinta española, 23-F: La película, no sin antes advertirme que era mala pero que en cualquier caso me podría resultar interesante, sobre todo si se tomaba en cuenta que yo no soy ibérico y por tanto puedo mirar desde fuera este pedazo de la historia de dicho país. Tenía razón en ambas cosas: el filme dirigido por Chema de la Peña es más bien malo, lo que es una pena si se piensa en el provecho que el cineasta pudo haberle sacado a unos hechos que, pese a la crudeza y el shock que causaron en su momento, se antojan absolutamente cinematográficos, y también lo acompañó la certeza al pensar que, sin importar la calidad del documento, terminaría siéndome interesante.

Y es que, aunque si bien he escuchado más de una vez sobre la amenaza de Golpe de Estado que tuvo lugar el 23 de febrero de 1981, poco más sabía de los protagonistas del asunto ni de lo cerca que dicho país estuvo de volver a un régimen militar en tiempos post-franquistas. De esto me enteré un poco más ayer por la noche, en mi televisión y bebiéndome una cerveza, sin saber que al mismo tiempo en la otra España, en la España que respira y vive treinta años después de la que yo miraba impresa en fotogramas, nuevas generaciones de jóvenes -y no tanto- eran golpeados como piañatas por manifestar su agobio ante una situación económica y social que se ha vuelto insostenible. No me gusta el aroma que emanaba de los uniformes militares que se movían a tres metros de mi sofá y tampoco me gusta el tufo que despiden los cascos y escudos de los granaderos madrileños que observé hoy a media mañana en el periódico digital. Unos y otros me huelen a sangre y arrogancia. Unos y otros visten a individuos testarudos que, aduciendo la defensa del bienestar general, en realidad no hacen otra que resguadar el propio beneficio, o el de un sistema, que para el caso es lo mismo porque chuparán insaciablemente de él. Unos y otros cubren cuerpos de seres que, a cambio del diálogo y el acuerdo, cree solamente en el «orden» y la macana.

Y eso en España. Porque de México mejor ni hablo.

El cine, pues, es muchas cosas. También política.

Vean, entonces, 23:F 

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Vera Anderson Es escritora, fotógrafa, cineasta y vive en Hollywood con su esposo y su traviesa cachorrita Airedale. Promete estar más activa en Twitter y espera que el guión que escribió con su hermano se convierta en película.