El día que vi tu corazón

El segundo largometraje de Jennifer Devoldère ya había arrebatado sonrisas y dos que tres suspiros durante la 15 edición del Tour de Cine Francés en 2011. Ahora, esta dramedy regresa para demostrar por qué la actriz Mélanie Laurent se ha robado ya el corazón no sólo de la audiencia francesa, sino de ese grupo tan basto y heterogéneo como lo es la industria Hollywoodense.

Después de dar vida a Shosanna en Bastardos sin Gloria (que le dio presencia internacional) y a Anna en Beginners Así se siente el amor, Laurent interpreta a Justine Dhrey, una radióloga parisina que, como sucede frecuentemente en las comedias francesas, tiene una relación conflictiva con su padre, Eli Dhrey (Michel Blanc). Años de reproche por el abandono paterno, y de relaciones amorosas triviales como consecuencia de ello, alcanzan su culminación cuando Justine se entera que Eli, de 60 años, espera un bebé con su tercera esposa.

Hospedada temporalmente en el departamento de su hermana mayor, Justine encuentra en su arte, hecho a base de radiografías, la forma de expresarse a través del caos. Más que un pasatiempo, se convierte en el camino para conocer por fin el corazón de Eli y reconstruir, parte por parte (literalmente), la figura paterna que le fue ajena cuando era niña.

El día que vi tu corazón (Et soudain tout le monde me manqué) es la historia de dos complementarios, una hija y un padre, y qué mejor que hayan sido interpretados por actores como Laurent y Blanc, pues de otra forma, el guión seguramente no habría tenido la misma fuerza. Aunque repleto de momentos divertidos y dulces, éste es un relato que le pertenece por completo al trabajo actoral y a la gran dimensión de sus personajes principales. Al terminar, lo más probable es que el recuerdo del filme se centre más en gestos específicos de Justine o Eli que en la línea de acontecimientos en sí. La historia te atrapa mientras la ves, pero quizá te deja ir demasiado rápido cuando finaliza.

Aun así, se trata de una película que demuestra que la comedia y el drama son complementarios y no opuestos. Algunos de los momentos más irrisorios surgen de los sentimientos más heridos y de los momentos más desolados, como cuando Eli sugiere a su esposa que aborte o cuando Justine se siente menospreciada por él. El hecho de que la risa se nutra también de los momentos difíciles permite la conexión emocional.

Siempre es grato ver un filme que te conmueva y que te haga reír al minuto siguiente.

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Jessica Oliva Periodista, editora en Cine PREMIERE y bailarina frustrada en sus ratos libres. Gustosa del cine, la literatura, el tango, los datos inútiles y de la oportunidad de desvelarse haciendo lo que sea.